LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP - CC- 5.12
LA EXTRAÑA MÁQUINA
Miguel Ángel (4).......Collin Ford...................Peón y conductor de camión
Dani (6)..................James Broderick............Peón y conductor de camión
Migu3l (4)...............Frank Donahew.............Arqueólogo del Museo Egipcio de El Cairo
Lvis (6)...................Steve Donahew............Antropólogo del Museo Egipcio de El Cairo y profesor de Universidad
Finalmente deciden continuar, más mal que bien, hacia el Norte siguiendo los cables y la línea de luz. Esto les acaba llevando a una intersección de cinco líneas de luz (y también hay un generador), en donde un edificio de planta cuadrada y tres plantas también tiene luces en su interior. Deducen que es el “cuartel general” de la secta, y tras algunas discrepancias prefieren seguir los extraños cables, que se alejan de allí siguiendo una de las cinco líneas de luces, hacia el Oeste.
Siguen y siguen durante horas, girando en un momento dado hacia el Sudoeste. Km. más allá llegan a otra intersección, en donde hay otro generador. La línea de luz por la que iban continúa en línea recta, pero los cables giran hacia el sudeste siguiendo la otra, y los expedicionarios continúan en esa dirección. Finalmente, tras unos pocos centenares de metros, llegan a una serie de habitaciones de paredes decoradas con piedras grises, cada una de las cuales tiene unos pocos e indescifrables símbolos de los antiguos habitantes de la ciudad. En la actualidad, sólo tres de las habitaciones del edificio están siendo utilizadas.
La larga ristra de bombillas encendidas lleva hasta una habitación perfectamente iluminada. Tiene algo más de 20 metros de lado y en su interior se pueden ver muchos embalajes y piezas de recambio amontonados de cualquier manera. Los investigadores deducen que gran parte de este equipo o bien pertenece a lo más avanzado de la tecnología terrestre, o bien es de diseño y construcción extraterrestre. Gran parte de lo que es de origen terrestre ha sido fabricado en Alemania y el Reino Unido, para luego ser llevado a Australia a un coste impresionante. Casi todo parece ser imposible de identificar, a excepción de los transformadores, varios tipos de cable eléctrico, cajas de conexiones y de fusibles y tubos de vacío poco comunes.
La primera habitación da a una superficie circular de unos 14 metros de diámetro, en la que se ha colocado un enorme tablero de control de color negro, repleto de botones, conmutadores, indicadores, palancas, pan¬tallas y unos impresionantes montajes de relés y conexiones, todo ello junto a unos poderosos transformadores. El tablero no está en marcha, a excepción de unas pocas bombillas de control y unos cuantos conmutadores. Una parte del tablero de control ha sido abierta y del panel cuelgan multitud de conductos y conexiones; es obvio que parte de sistema aún no ha sido colocado en su sitio.
Por extraño que parezca, hay un lugar del panel de control en que éste está interrumpido por un cómodo diván de piel (el tipo de mueble asociado con los psicoanalistas freudianos); el diván forma parte integrante del panel. Un elaborado casco de cromo, que se ajusta por medio de una cinta elástica y toda una serie de controles manuales conectados al panel de control y que descansan sobre el diván, sugieren que éste es una pieza importante del conjunto.
Cerca del aparato los personajes pueden ver una mesa de operaciones equipada con accesorios para inmovilizar las manos, los pies y el cuerpo. Sobre ella descansa otro elaborado casco de cromo y unos cables lo conectan al panel de control, cerca del lugar al que se conectan los cables del otro casco de cromo.
Un pasaje abovedado permite el acceso a la tercera habitación. Los investigadores se limitan a observarla desde fuera (N. del G.: afortunadamente para ellos, porque hay un campo invisible de fuerza eléctrica a través del hueco de la puerta que da a esta habitación -de hecho, tam¬bién pasa a través de las paredes, del techo y del suelo-, que se activa cuando alguien entra en el pasaje abovedado y que electrocuta a todo aquél que intente pasar si no lo desconecta antes); está medio a oscuras y su forma es circular, con unos 17 metros de diámetro. Está vacía en su mayor parte, aunque una banqueta larga y elevada sostiene muchos objetos e instrumentos alienígenas. Una sección de gran tamaño es identificada por los investigadores como la parte que le falta a la extraña máquina con toda probabilidad.
Para intentar fastidiar en la medida de lo posible los planes de los sectarios, los investigadores se lían a hachazos con la máquina, y cortan los cables que venían desde los electrodos del hemisferio del templo púrpura para empalmarlos a ver si causan alguna clase de daño en la instalación (N. del G.: no es el caso; esta extraña energía no se rige por los patrones de la electricidad). No contentos con esto, deciden volar el lugar por los aires con los explosivos que portaban. Como ninguno de ellos entiende de demoliciones, se pasan un poco con las cantidades y Frank Donahew sale malparado con la explosión, lo cual va a costar la vida a casi toda la expedición por cierta reacción en cadena…
Primero, tras el ruido de la detonación se empiezan a oír los silbidos de las cosas que habitan en los niveles profundos de la ciudad. Es el momento de poner tierra de por medio, y Frank Donahew que está en peores condiciones se rezaga y es atacado por uno de estos terribles seres, obviamente sin ninguna posibilidad de supervivencia.
Segundo, Steve Donahew, su primo, al oír los gritos de socorro de Frank pierde la poca salud mental que le quedaba y desarrolla, entre otras cosas, una paranoia aguda hacia sus acompañantes. ¿Y si Dodge y Cowles les han guiado desde el principio aquí para acabar con ellos? Los conductores también están en el ajo, puesto que ellos les “contrataron”. Seguro que son agentes de la secta. Curtnert y Eastwood ya habían caído en la emboscada. Ahora su primo. Esta serie de “accidentes” no debían acabar con él… Tiene que alejarse de aquí lo antes posible. Cuando huyeron de los seres de las profundidades, desandaron sus pasos de vuelta hacia el cuartel general de la secta por la línea de luces. Cuando los otros investigadores (que son los dos conductores) proponen ir al cuartel general, Steve deduce que quieren llevarle allí para matarle o algo peor y dispara contra James Broderick, matándole.
Tercero, para evitar que también le mate a él, Ford dispara y mata a Steve, con lo que la expedición queda dramáticamente reducida a tres personas.
Siguen y siguen durante horas, girando en un momento dado hacia el Sudoeste. Km. más allá llegan a otra intersección, en donde hay otro generador. La línea de luz por la que iban continúa en línea recta, pero los cables giran hacia el sudeste siguiendo la otra, y los expedicionarios continúan en esa dirección. Finalmente, tras unos pocos centenares de metros, llegan a una serie de habitaciones de paredes decoradas con piedras grises, cada una de las cuales tiene unos pocos e indescifrables símbolos de los antiguos habitantes de la ciudad. En la actualidad, sólo tres de las habitaciones del edificio están siendo utilizadas.
La larga ristra de bombillas encendidas lleva hasta una habitación perfectamente iluminada. Tiene algo más de 20 metros de lado y en su interior se pueden ver muchos embalajes y piezas de recambio amontonados de cualquier manera. Los investigadores deducen que gran parte de este equipo o bien pertenece a lo más avanzado de la tecnología terrestre, o bien es de diseño y construcción extraterrestre. Gran parte de lo que es de origen terrestre ha sido fabricado en Alemania y el Reino Unido, para luego ser llevado a Australia a un coste impresionante. Casi todo parece ser imposible de identificar, a excepción de los transformadores, varios tipos de cable eléctrico, cajas de conexiones y de fusibles y tubos de vacío poco comunes.
La primera habitación da a una superficie circular de unos 14 metros de diámetro, en la que se ha colocado un enorme tablero de control de color negro, repleto de botones, conmutadores, indicadores, palancas, pan¬tallas y unos impresionantes montajes de relés y conexiones, todo ello junto a unos poderosos transformadores. El tablero no está en marcha, a excepción de unas pocas bombillas de control y unos cuantos conmutadores. Una parte del tablero de control ha sido abierta y del panel cuelgan multitud de conductos y conexiones; es obvio que parte de sistema aún no ha sido colocado en su sitio.
Por extraño que parezca, hay un lugar del panel de control en que éste está interrumpido por un cómodo diván de piel (el tipo de mueble asociado con los psicoanalistas freudianos); el diván forma parte integrante del panel. Un elaborado casco de cromo, que se ajusta por medio de una cinta elástica y toda una serie de controles manuales conectados al panel de control y que descansan sobre el diván, sugieren que éste es una pieza importante del conjunto.
Cerca del aparato los personajes pueden ver una mesa de operaciones equipada con accesorios para inmovilizar las manos, los pies y el cuerpo. Sobre ella descansa otro elaborado casco de cromo y unos cables lo conectan al panel de control, cerca del lugar al que se conectan los cables del otro casco de cromo.
Un pasaje abovedado permite el acceso a la tercera habitación. Los investigadores se limitan a observarla desde fuera (N. del G.: afortunadamente para ellos, porque hay un campo invisible de fuerza eléctrica a través del hueco de la puerta que da a esta habitación -de hecho, tam¬bién pasa a través de las paredes, del techo y del suelo-, que se activa cuando alguien entra en el pasaje abovedado y que electrocuta a todo aquél que intente pasar si no lo desconecta antes); está medio a oscuras y su forma es circular, con unos 17 metros de diámetro. Está vacía en su mayor parte, aunque una banqueta larga y elevada sostiene muchos objetos e instrumentos alienígenas. Una sección de gran tamaño es identificada por los investigadores como la parte que le falta a la extraña máquina con toda probabilidad.
Para intentar fastidiar en la medida de lo posible los planes de los sectarios, los investigadores se lían a hachazos con la máquina, y cortan los cables que venían desde los electrodos del hemisferio del templo púrpura para empalmarlos a ver si causan alguna clase de daño en la instalación (N. del G.: no es el caso; esta extraña energía no se rige por los patrones de la electricidad). No contentos con esto, deciden volar el lugar por los aires con los explosivos que portaban. Como ninguno de ellos entiende de demoliciones, se pasan un poco con las cantidades y Frank Donahew sale malparado con la explosión, lo cual va a costar la vida a casi toda la expedición por cierta reacción en cadena…
Primero, tras el ruido de la detonación se empiezan a oír los silbidos de las cosas que habitan en los niveles profundos de la ciudad. Es el momento de poner tierra de por medio, y Frank Donahew que está en peores condiciones se rezaga y es atacado por uno de estos terribles seres, obviamente sin ninguna posibilidad de supervivencia.
Segundo, Steve Donahew, su primo, al oír los gritos de socorro de Frank pierde la poca salud mental que le quedaba y desarrolla, entre otras cosas, una paranoia aguda hacia sus acompañantes. ¿Y si Dodge y Cowles les han guiado desde el principio aquí para acabar con ellos? Los conductores también están en el ajo, puesto que ellos les “contrataron”. Seguro que son agentes de la secta. Curtnert y Eastwood ya habían caído en la emboscada. Ahora su primo. Esta serie de “accidentes” no debían acabar con él… Tiene que alejarse de aquí lo antes posible. Cuando huyeron de los seres de las profundidades, desandaron sus pasos de vuelta hacia el cuartel general de la secta por la línea de luces. Cuando los otros investigadores (que son los dos conductores) proponen ir al cuartel general, Steve deduce que quieren llevarle allí para matarle o algo peor y dispara contra James Broderick, matándole.
Tercero, para evitar que también le mate a él, Ford dispara y mata a Steve, con lo que la expedición queda dramáticamente reducida a tres personas.
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