Maldición de las Runas (AO)
-V, S, M- El Maleficio de las Runas es un antiguo hechizo utilizado para traer la perdición a un enemigo. Normalmente se invoca cuando el hechicero quiere que la muerte sea larga y tortuosa pero que parezca algo natural.
El invocador escribe unos antiguos símbolos rúnicos en un pergamino. Cuesta 2 POD y 1D8 COR encantar el pergamino, que debe entregar el invocador al objetivo de alguna forma, quizá escondido en algún objeto. Utilizar un intermediario no funciona.
Unas pocas horas después del regalo, la víctima será alertada a través de una voz o visión demoníaca que oye o ve en su cabeza que tiene dos semanas antes del Fin. Después de eso, la víctima empieza a sentirse vigilada, no le gusta quedarse solo y experimenta una sensación cada vez mayor de que las cosas no van bien. Duerme mal y empiezan a ocurrir pequeñas cosas: las puertas se abren solas, los ascensores se paran entre dos pisos, las luces se encienden y apagan. Unas ráfagas de aire cálido juegan alrededor del cuerpo de la víctima y la ansiedad va creciendo hasta transformarse en una depresión oscura y obsesionante. Los incidentes de la primera semana hacen que la víctima pierda 1 punto de Cordura por noche; la semana siguiente la maldición se hace más poderosa; por ejemplo, mientras se mete en la cama, la víctima quizá toque bajo las mantas una boca inhumana llena de colmillos; quizá vislumbre al demonio que le acecha reflejado en un cristal u oiga música diabólica que nadie más oye. Nadie más presencia estos incidentes. La víctima empieza a tener un aspecto cansado y nervioso; se hacen tiradas de COR cada noche (1D2/1D4). Los últimos dos días antes del momento anunciado, se libera a la víctima de la sensación de estar siendo vigilada, pero la perdición todavía flota sobre su cabeza. Durante esos últimos días, los otros pensarán con frecuencia que ven a alguien de pie cerca de la víctima aunque allí no hay nadie. A la media noche del último día aparece un demonio para destruir a la víctima. Si hay alguien a su alrededor en ese momento, ve una forma brumosa que se acerca a la víctima y si intentan intervenir ellos también se convierten en objetivo del demonio.
El demonio intenta perseguir a la víctima o asustarle lo suficiente para provocarle un accidente fatal de algún tipo. De otro modo ataca para matar a la víctima con daño psíquico.
La única forma de escapar del embrujo es devolverle el pergamino rúnico al invocador. Los intermediarios no funcionan. Dado que el invocador probablemente esté prevenido, suele ser necesario un plan muy ingenioso para salvar a la víctima.
Si se destruye el pergamino, la maldición continúa y la víctima está condenada a sufrir la temida visita. El hecho de pasarle el pergamino a otra persona que no sea el invocador no elimina la maldición de la víctima, pero le cuesta 1/1D2 de Cordura por intentar embrujar a otro con la maldición. El asesinato del invocador tampoco evita que se lleve a cabo la maldición. Si se consiguen devolver las runas, el invocador se convierte en la víctima del demonio en el momento elegido.
El pergamino encantado está embrujado para intentar destruirse a sí mismo. Cuando se descubre y en el momento que se quite de donde está para mirarlo, intenta convertirse en llamas o salir volando por la ventana, a menos que un investigador que esté en la habitación haga una tirada de DESx5.
A media noche del día anunciado, el demonio aparece ante la víctima o el invocador.
El demonio es una criatura saltarina horrible, vestida de blanco, con alas como las de un murciélago, una cabeza con cuernos, hocico y ojos verdes incandescentes. Está más hecho de plano espiritual que de sustancia terrestre. Tiene INT 15 y POD 30. Cada vez que ataca, enfrenta su POD contra el de la víctima, y si vence, consume 2D6 POD de la víctima. Si pierde, el demonio pierde 1D6 puntos de Magia. Se puede hacer daño al demonio por medio de hechizos y armas encantadas (el daño se inflige al POD en vez de a los puntos de Vida). Un SÍMBOLO ARCANO o USAR CRUZ ANSADA DE PRINN puede bloquearlo pero vuelve una y otra vez hasta que se lo elimina. Las víctimas que mueren parecerá que murieron de un susto y un forense dirá que la víctima murió de un ataque cardíaco masivo.
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