Maldición del Dios Cocodrilo (tectokronos)

-V, S- Éste es un hechizo muy extraño que no se encuentra en ninguno de los tomos habituales de los Mitos; quizá en algún grimorio, o en un volumen sobre el antiguo Egipto.

Es principalmente un rito funerario, que servía como protección para evitar la profanación de las tumbas de los sacerdotes de Sebek que, en las condiciones adecuadas, podrían volver a la vida, y por tanto volver a hacer uso de sus tesoros.

El brujo actúa como director con un número variable de participantes, los cuales no tienen porqué conocer el hechizo. Éstos sacrifican 1 punto de POD por cada hora de duración del ritual. El director puede elegir sacrificar tantos puntos de POD como desee, y pierde 1D6 puntos de COR.

El ritual se prolonga durante tanto tiempo como el director estime oportuno, a lo largo del cual la congregación implora al primigenio la protección del recinto. Al finalizar, el brujo tira un 1D100. Si el resultado es igual o inferior a los puntos de POD sacrificados, el primigenio acogerá bajo su protección el recinto.

Ahora la congregación debe retirarse para que el brujo selle el lugar, en nombre de Sebek, el Dios Cocodrilo. Éste gasta una cantidad variable de puntos de Magia a la hora de sellar cada uno de los accesos (que no tienen porque estar cerrados físicamente) mediante ciertos glifos relacionados con Sebek.

Estos glifos servirán de advertencia a cualquiera familiarizado con los ritos de los adoradores de Sebek. Aquél que acceda al recinto protegido por el hechizo a través de estas zonas se verá afectado por la Maldición, a menos que entone cierta salmodia y realice ciertos gestos (conocidos por todo aquel que sepa el hechizo) tras lo que pierde tantos puntos de Magia como sacrificó el brujo cuando selló ese acceso. Si no tiene suficientes, se desmaya al quedarse a 0 puntos de Magia. No es necesario repetir la salmodia y los gestos al salir, a menos que se porte algún objeto del interior del recinto; en este caso, la pérdida de puntos de Magia también se repite.

Cualquiera que entre sin más o se lleve algún objeto se verá afectado por la Maldición. A partir de ahora, sus tiradas de Suerte se verán reducidas en un % igual a los puntos de POD sacrificados por la congregación que invocó la Maldición. Además, todos los reptiles odiarán intensamente al infortunado, e intentarán matarle. Esto provoca que el desdichado perezca rápidamente debido a algún accidente mortal o el ataque de un reptil.

La maldición se extiende a los portadores de objetos (que también están malditos junto con el recinto) sacados del lugar indebidamente, aunque no sean ellos los que se los llevaron; no obstante, la Maldición dejará de perseguirles en cuanto se deshagan de dichos objetos.

Si el brujo dejó algún acceso sin sellar, quien lo use para entrar y salir no se verá afectado por la maldición, a menos que se lleve algún objeto consigo, como ya se ha descrito.

La duración de la Maldición es indefinida, a menos que realmente se use como rito funerario. En este caso, dentro del recinto se habrá encerrado la momia de aquél por el que se celebra en rito (normalmente un sacerdote de Sebek) cuyos ojos habrán sido sustituidos a lo largo del ritual por dos grandes gemas verdes. Cualquiera que toque o mire las gemas deberá superar una tirada de PODx1 o no podrá evitar dejar de mirarlas. Quien falle esta tirada, deberá realizar otra en la tabla de resistencia de su POD contra el POD de la momia (ya que aunque su cuerpo está muerto, su alma sigue ahí gracias a la Maldición). Si pasa no hay consecuencias, y puede intentar la tirada de PODx1 el siguiente asalto. Si en algún momento llega a fallar la tirada de resistencia, las almas de la momia y la víctima se intercambian; el cuerpo de la víctima acoge ahora un nuevo inquilino listo para empezar otra vida dedicada a su dios, y el alma de la víctima queda atrapada en la momia, la cual anima convirtiéndose en un horror no muerto. La desdichada víctima debe manejarse ahora con un frágil cuerpo momificado y demás pierde 1D6/1D20 puntos de COR por la experiencia. En el momento del intercambio, las gemas verdes pierden su propiedad mágica, la Maldición deja de tener efecto sobre el recinto, y los glifos protectores pierden su efectividad y desaparecen. Es previsible que el sacerdote, con su nuevo cuerpo, reduzca y encierre a la momia en su sarcófago, dejando el alma de la víctima atrapada para gloria de Sebek, el Dios Cocodrilo.

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