LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP - CC- 5a6.14

CONSPIRACIÓN

Pablo (1).................Jason Dallas................Mercenario
Adrián (1)................Sofía Wells (Srta.)........Parapsicóloga (amiga de Jackson Elías)


Wells deja a Dallas hacer los preparativos para su desplazamiento a Cuncudgerie mientras reflexiona sobre los vívidos sueños que ha sufrido. Cuando llegan a la ciudad, su sorpresa es mayúscula cuando tan sólo retorna uno de los dos camiones a manos de uno de los conductores, Collin Ford, que en lamentable estado, les cuenta atropelladamente y con todo lujo de detalles lo ocurrido días atrás en su expedición al Gran Desierto de Arena y a la extraña ciudad que hay bajo él, y cómo consiguió ser el único superviviente de tan terrorífica experiencia.
Tras ingresar al moribundo Ford en el hospital (en donde les dan un pronóstico no muy favorable de recuperación) y encargarse convenientemente de los cadáveres de Curtnert y Eastwood (que cuando las autoridades se enteran de que han sido asesinados por aborígenes, hace que esto recrudezca aún más el trato hacia ellos por parte de los blancos), retornan a su hotel de Puerto Hedland para revisar sin interferencias los objetos que Ford consiguió rescatar.

Por una parte está el extraño artefacto, quizá de factura alienígena (a pesar de que parezca descabellado), que según les dijo Ford sirve para arrojar descargas eléctricas a distancia. Es mejor no tocar demasiado este extraño arma hasta estar seguros de cómo funciona, para evitar accidentes. Dallas puede recordar claramente sus efectos, pues estuvo a punto de sufrirlos en aquel ataque por parte de un desconocido de camino a la Montaña del Viento Negro, en Kenia. Por lo que dijo Ford, es muy probable que ese desconocido fuera el mismo que Ford abatió en la ciudad subterránea.
Por otra parte está el manuscrito titulado “Dioses de la Realidad”. Wells se queda de piedra cuando ve quién es el autor: ¡El Dr. Huston! Sin duda el mismo que atacó al grupo en Kenia, y que después fue asesinado por Ford. Por lo escrito en su manuscrito, es indudable que Huston estaba loco. Aunque se consideraba a sí mismo un realista, era un megalómano que no podía resistir la tentación de explicar a los demás cómo pensaba conquistar el mundo. Era, empero, un buen psicólogo, que había desarrollado un gran disgusto hacia la humanidad y sus problemas. Al mismo tiempo, creía que su mente científica y sus antecedentes jungianos le proporcionaban un conocimiento de las relaciones físicas y simbólicas que sólo él era capaz de entender. Para Huston, los dioses de la locura eran el símbolo definitivo y la realidad final. Huston había estado escribiendo esta mezcla de diario y de extenso ensayo desde que llegó a la ciudad enterrada. Comienza con las siguientes palabras: “La locura es la marca de los dioses, el susurro de secretos antiguos y la invisible mano que hace girar al mundo en su órbita desordenada. Con ella he visto cosas más allá de los sueños y de la realidad, más allá de las decisiones de la infancia y de los terrores de la edad adulta, más allá de los análisis de que cualquier hombre es capaz. Aceptando la locura yo acepto a los dioses y tengo poder gracias a los regalos que éstos me han hecho.” Según Huston, las cosas son mucho más relativas de lo que cualquier ser humano podría imaginar y hay mucho que los hombres han aprendido a no ver.

En pocas palabras, Huston esperaba con impaciencia el día en que consiguiera abrir una puerta a través del espacio y del tiempo y toda una pléyade de horrores extraterrestres pudiera volver a la Tierra para hacer de ella su residencia permanente. Para ello diversos grupos de sectarios están realizando esfuerzos a nivel global, preparándose en especial en tres lugares: la Isla del Dragón Gris (en China), la Montaña del Viento Negro (en Kenia) y la ciudad bajo el Gran Desierto de Arena australiano; el objetivo es que en estos tres puntos se celebre una gran ceremonia conjunta el 14 de Enero de 1926, y como se deduce del manuscrito este plan lleva madurándose y perfeccionándose durante años. Huston debía usar el poder mágico acumulado en las estatuas del templo púrpura (descrito por Collin Ford) a partir de cientos de sacrificios humanos como parte del tremebundo ritual que se desatará.
Huston explica que para poder realizar el ritual ha sido necesario contar con tecnología alienígena, para lo que se ha raptado a través del tiempo (por la gracia de su dios, a quien él se refiere como “Nyarlathotep” en algunas ocasiones) a uno de los miembros de esta “Gran Raza”, que entre otras cosas fue la que diseñó las armas lanzarrayos; estas armas son especialmente poderosas contra los terribles seres de los vientos que habitan en los niveles inferiores de la ciudad subterránea. (N. del G.: gracias a las explicaciones de Huston, se puede aprender a manejar el arma que ha traído Ford consigo); a partir de esta tecnología y de sus conocimientos Huston también había desarrollado un aparato para controlar la mente de un humano, con el que Huston borraba por completo los recuerdos de sus víctimas e implantaba en sus mentes las órdenes que se debían obedecer. Era el equivalente de un abrelatas en la ciencia de la Gran raza

Sin embargo, a pesar de su gran lealtad hacia su dios Huston sabía que su propia inteligencia, su dedicación y su perspicacia no tenían comparación con ninguna otra en toda la Tierra. Sabía también que, a pesar de que él había realizado su parte de los rituales sin ningún fallo, los otros sectarios menos importantes no cumplirán su cometido y por ello esa puerta no se abrirá. Con este fin, había ideado un plan que imaginaba mucho más importante. Los estudios que había realizado sobre la inconsciencia, la mente, el sueño y la ciencia del viaje a través del tiempo propia de la Gran raza le habían llevado a construir una máquina con la que creía poder conseguir que todos los seres humanos se convirtieran en adoradores de los Primigenios. Llamaba a esta máquina el Transmogrificador. Con la ayuda de su prisionero de la Gran Raza, Kakakatak, este plan era ya casi una realidad. Como Huston explica alegremente en el manuscrito, todo ser humano necesita dormir y cuando un humano duerme, debe soñar. Los sueños establecen un contacto entre nosotros y nuestra propia historia y con la totalidad de la especie humana. La unión de toda la humanidad es la inconsciencia colectiva, el unificador emocional de toda la raza humana. Gracias a esta máquina que él y Kakakatak habían construido, Huston planeaba distorsionar la fuente de inconsciencia en que todo ser humano se debe sumergir cada día, enfrentándose a la esencia misma de la humanidad, cambiando su naturaleza innata y convirtiéndola en el corrompido y envilecido galimatías de la propia locura de Huston.
Huston hace mención a cierta criatura titánica que habita en la ciudad subterránea. Esta asombrosa criatura llegó a la ciudad mucho después de la era de la Gran raza. Quizás los seres de los vientos la llevaron hasta aquí o quizás lo hiciese una de las numerosas razas inteligentes que florecieron entre la destrucción de la ciudad y la aparición del Hombre. Los aborígenes conocen unas vagas leyendas sobre esta criatura, llamándola Buddai, el anciano que un día devorará el mundo. Duerme y aún dormirá durante eones. Huston no disponía de los conocimientos necesarios para despertarlo (y tampoco quería hacerlo) pero podía serle útil. Había colocado en su cuerpo unos electrodos de siete metros de largo a fin de poder utilizar su poder y su inteligencia para activar con ellos su gran obra, el Transmogrificador.
El Transmogrificador pondría en contacto la mente de la criatura con la inconsciencia colectiva de toda la humanidad. Cada hombre, mujer y niño del planeta se vería asaltado cada noche por los sueños del monstruo, modificados según la voluntad de Huston. Los instintos fundamentales de la Humanidad (cordialidad, ternura, caridad y amor) serían sustituidos por el oportunismo reptiliano, la traición y la lujuria de Huston, además de por las inimaginables emociones del Horror titánico. Según el doctor, en menos de un mes todas las personas del planeta se habrían vuelto locas y la mayoría de ellas se convertirían en adoradores de Nyarlathotep. La última parte de la máquina estaba siendo construida por Kakakatak. El Transmogrificador en sí se encontraba en una habitación adyacente.
(N. del G.: El Transmogrificador -tal y como contó Collin Ford- fue destruído a hachazos y luego por la detonación preparada por los expedicionarios antes de su prematuro final, con lo que ya no es una amenaza; antes de su destrucción las pruebas a nivel local llevadas a cabo por Huston fueron las causantes de los extraños sueños y la enfermedad de Wells, mucho más sensible a los efectos del transmogrificador debido a sus conocimientos adquiridos a lo largo de la campaña; una vez destruída la máquina y gracias a la influencia del Chico del Poder, Wells ha podido recuperarse. Puesto que los expedicionarios no fueron a la tercera habitación no se encontraron con Kakakatak -ni sufrieron los efectos del campo de fuerza que lo encerraba-)

A pesar de que el plan de Huston ha sido desbaratado al destruir su máquina y matarle, es muy probable que no se pueda decir lo mismo de la conspiración global que se está llevando a cabo para extender el caos y la locura por el mundo... las reflexiones de Wells son interrumpidas cuando alguien llama a la puerta de la habitación. Dallas prepara su arma y Wells esconde el arma lanzarayos y el libro...


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