LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 3.17
¿QUIERES COGER A MI AMIGUITO?
Lvis (3)......................Alan Smith.................Anarquista
Miguel Ángel (3)..........James Curtnert...........Cazador
Migu3l (3)..................Jasmine Abd-Hasir.......Ladrona
Confiando en su plan, los investigadores se acercan a la mansión de Shakti. Dejan el coche a unos cientos de metros de la plantación. Extreman las precauciones, y mandan en primer lugar a la sigilosa Jasmine con Mahmud. Siendo ambos egipcios, esperan que si alguien les ve no despierten sospechas, pues pueden pasar por unos de los muchos trabajadores del algodón que pueden andar aún por las cercanías de la plantación. Ellos se deben ocupar de explorar para comprobar que no haya moros en la costa, para a continuación avisar a Smith y guiarle hasta el garaje, en donde preparar la “sorpresa” de Shakti. Mientras tanto, Curtnert aguardará camuflado estratégicamente por la plantación, desde donde puede observar todo lo que ocurre (acompañado de su enorme rifle de caza). Hasta aquí todo perfecto. Ahora le toca mover a Shakti.
El “inocente” niño guía a Jasmine hasta una pequeña habitación desde la cual, según él, pueden observar sin ser observados. Mientras Jasmine vigila el garaje desde la puerta entreabierta, el chaval se pone a hurgar entre unas cajas vacías. Cuando Jasmine le pregunta, el chico se da la vuelta. En sus brazos tiene un gatito blanco. Alzándolo en sus manos ante la cara de la sorprendida Jasmine el niño pregunta inocentemente: "¿Quieres coger a mi amiguito?" La anonadada Jasmine apenas tiene tiempo de reaccionar cuando una macabra lengua surge de la boca del gatito y se enrolla alrededor de su cuello; mientras cae al suelo sofocada y se debate inútilmente, el gatito se transforma en un horrible demonio que no debería existir, sin dejar de aferrar con su lengua a la joven egipcia. Todo se oscurece para siempre. "Bien hecho, Hetep" son las últimas palabras que oye, susurradas por el malicioso muchachito...
Smith ve como se le acerca el pequeño Mahmud, y le susurra que no hay nadie en el garaje. Es hora de entrar. Smith se pone a trabajar en el coche, y mientras tanto el pequeño Mahmud se distancia de él y empieza a hurgar entre unas ruedas de repuesto. Intrigado, Smith le pregunta que qué hace; Mahmud se da la vuelta con un adorable gatito blanco en sus brazos y se le acerca: "¿Quieres coger a mi amiguito?" Smith le replica agriamente que no hay tiempo para tonterías, pero en ese mismo momento el gatito abre la boca y lanza una áspera lengua que se enrolla en el cuello del pobre investigador. Con un grito ahogado, el pobre Smith forcejea con la lengua del terrible ser, mientras éste toma su verdadera forma de demonio. La visión es terrible, un hórrido ser que camina erguido y tiene la apariencia de un león sin pelo y de piel arrugada. Desgraciadamente es lo último que Smith ve. Lo último que oye es al despiadado “Mahmud” riéndose a carcajadas, maliciosamente.
Curtnert observa cómo se le acerca el pequeño muchacho egipcio. Le dice que Smith necesita su ayuda. Curtnert sospecha intensamente. Hay algo en la situación que no le gusta. Hay algo en el lugar que no le gusta. Y hay algo en el muchacho que no le gusta nada.
Sigilosamente, se acercan zigzagueando por los campos hacia el garaje de la mansión. El garaje es enorme; la opulencia de la mansión también se percibe en este lugar. Sin embargo... también está el silencio. ¿En un lugar como éste no debería de haber un montón de empleados de servicio? Mahmud interrumpe sus cavilaciones: "El señor está tras el coche, necesita su ayuda."
Curtnert camina lentamente entorno al lujoso automóvil. Ve el zapato y el pie de un hombre que está tirado en el suelo, tapado por el vehículo; se trata sin duda de Smith. En ese preciso instante, un gatito blanco salta desde el otro lado del coche encima del capó. Con los nervios a flor de piel, Curtnert observa al gatito. Hay algo siniestro en él... esos ojos... parecen atesorar una despiadada inteligencia. Con los ojos desorbitados Curtnert observa como por detrás de la rueda del coche empieza a crecer lo que sin duda es una mancha de sangre, que proviene del cuerpo que hay al otro lado. El cadáver de Smith. Mahmud ríe con todas sus fuerzas...
Con una rapidez surgida de la experiencia y el miedo, Curtnert se da la vuelta como un rayo y descarga su rifle contra el sorprendido muchacho, ¡que se convierte en polvo! El ya espantado Curtnert, totalmente fuera de sí, se da la vuelta para acabar con el maldito gatito, pero ya no hay nada sobre el capó del coche.
Rápidamente, pero sin bajar la guardia, Curtnert huye de la mansión y corre por los campos, hacia el coche. No ve a nadie, pero se siente acosado. Juraría ver fugazmente, entre las plantas de algodón, al pequeño gatito blanco siguiéndole. Pero nunca está seguro del todo.
Una vez en el coche, Curtnert deja el rifle en el asiento de al lado, y oye un suave golpe en el capó. ¡Y allí está, plantado delante suya, el maldito gato blanco! Le mira maliciosamente, sin duda hay inteligencia en esos ojos demoníacos. Un brillo de comprensión surge de ellos cuando Curtnert acerca lentamente la mano al rifle. "¡Entiende lo que voy a hacer!" Curtnert, sin disimulos, mira y coge el rifle, pero el gato ya no está sobre el capó. Deseando salir de ese maldito lugar Curtnert arranca el coche y enciende los faros. ¡Y ahí está otra vez, plantado delante del coche, a unos metros de distancia! Incluso tan lejos puede sentir la maligna intensidad de esos terribles ojos. Con una destreza increíble, Curtnert coge el rifle (que ya había dejado preparado antes por si acaso) y dispara al maldito gato. Juraría que le ha acertado, pero más vale asegurarse; sale del coche y se acerca a la zona por donde deberían estar sus restos; con ese calibre, y a esa distancia, no debería haber quedado mucho. Pero lo que se encuentra implica otro golpe demoledor para su cordura: ¡una momia de un gato de varios milenios de antigüedad!
El “inocente” niño guía a Jasmine hasta una pequeña habitación desde la cual, según él, pueden observar sin ser observados. Mientras Jasmine vigila el garaje desde la puerta entreabierta, el chaval se pone a hurgar entre unas cajas vacías. Cuando Jasmine le pregunta, el chico se da la vuelta. En sus brazos tiene un gatito blanco. Alzándolo en sus manos ante la cara de la sorprendida Jasmine el niño pregunta inocentemente: "¿Quieres coger a mi amiguito?" La anonadada Jasmine apenas tiene tiempo de reaccionar cuando una macabra lengua surge de la boca del gatito y se enrolla alrededor de su cuello; mientras cae al suelo sofocada y se debate inútilmente, el gatito se transforma en un horrible demonio que no debería existir, sin dejar de aferrar con su lengua a la joven egipcia. Todo se oscurece para siempre. "Bien hecho, Hetep" son las últimas palabras que oye, susurradas por el malicioso muchachito...
Hetep, el gato-demonio de Shakti
Smith ve como se le acerca el pequeño Mahmud, y le susurra que no hay nadie en el garaje. Es hora de entrar. Smith se pone a trabajar en el coche, y mientras tanto el pequeño Mahmud se distancia de él y empieza a hurgar entre unas ruedas de repuesto. Intrigado, Smith le pregunta que qué hace; Mahmud se da la vuelta con un adorable gatito blanco en sus brazos y se le acerca: "¿Quieres coger a mi amiguito?" Smith le replica agriamente que no hay tiempo para tonterías, pero en ese mismo momento el gatito abre la boca y lanza una áspera lengua que se enrolla en el cuello del pobre investigador. Con un grito ahogado, el pobre Smith forcejea con la lengua del terrible ser, mientras éste toma su verdadera forma de demonio. La visión es terrible, un hórrido ser que camina erguido y tiene la apariencia de un león sin pelo y de piel arrugada. Desgraciadamente es lo último que Smith ve. Lo último que oye es al despiadado “Mahmud” riéndose a carcajadas, maliciosamente.
Curtnert observa cómo se le acerca el pequeño muchacho egipcio. Le dice que Smith necesita su ayuda. Curtnert sospecha intensamente. Hay algo en la situación que no le gusta. Hay algo en el lugar que no le gusta. Y hay algo en el muchacho que no le gusta nada.
Sigilosamente, se acercan zigzagueando por los campos hacia el garaje de la mansión. El garaje es enorme; la opulencia de la mansión también se percibe en este lugar. Sin embargo... también está el silencio. ¿En un lugar como éste no debería de haber un montón de empleados de servicio? Mahmud interrumpe sus cavilaciones: "El señor está tras el coche, necesita su ayuda."
Curtnert camina lentamente entorno al lujoso automóvil. Ve el zapato y el pie de un hombre que está tirado en el suelo, tapado por el vehículo; se trata sin duda de Smith. En ese preciso instante, un gatito blanco salta desde el otro lado del coche encima del capó. Con los nervios a flor de piel, Curtnert observa al gatito. Hay algo siniestro en él... esos ojos... parecen atesorar una despiadada inteligencia. Con los ojos desorbitados Curtnert observa como por detrás de la rueda del coche empieza a crecer lo que sin duda es una mancha de sangre, que proviene del cuerpo que hay al otro lado. El cadáver de Smith. Mahmud ríe con todas sus fuerzas...
Con una rapidez surgida de la experiencia y el miedo, Curtnert se da la vuelta como un rayo y descarga su rifle contra el sorprendido muchacho, ¡que se convierte en polvo! El ya espantado Curtnert, totalmente fuera de sí, se da la vuelta para acabar con el maldito gatito, pero ya no hay nada sobre el capó del coche.
Rápidamente, pero sin bajar la guardia, Curtnert huye de la mansión y corre por los campos, hacia el coche. No ve a nadie, pero se siente acosado. Juraría ver fugazmente, entre las plantas de algodón, al pequeño gatito blanco siguiéndole. Pero nunca está seguro del todo.
Una vez en el coche, Curtnert deja el rifle en el asiento de al lado, y oye un suave golpe en el capó. ¡Y allí está, plantado delante suya, el maldito gato blanco! Le mira maliciosamente, sin duda hay inteligencia en esos ojos demoníacos. Un brillo de comprensión surge de ellos cuando Curtnert acerca lentamente la mano al rifle. "¡Entiende lo que voy a hacer!" Curtnert, sin disimulos, mira y coge el rifle, pero el gato ya no está sobre el capó. Deseando salir de ese maldito lugar Curtnert arranca el coche y enciende los faros. ¡Y ahí está otra vez, plantado delante del coche, a unos metros de distancia! Incluso tan lejos puede sentir la maligna intensidad de esos terribles ojos. Con una destreza increíble, Curtnert coge el rifle (que ya había dejado preparado antes por si acaso) y dispara al maldito gato. Juraría que le ha acertado, pero más vale asegurarse; sale del coche y se acerca a la zona por donde deberían estar sus restos; con ese calibre, y a esa distancia, no debería haber quedado mucho. Pero lo que se encuentra implica otro golpe demoledor para su cordura: ¡una momia de un gato de varios milenios de antigüedad!
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