LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 2.12

CARNE DE SACRIFICIO

Lvis (2)...................Richmond Burke.........Político
Dani (2)..................William Baker.............Electricista


Cuando los investigadores recuperan el sentido, se encuentran atados y amordazados en la parte trasera de un vehículo, una furgoneta o un pequeño camión, que traquetea por alguna clase de camino, obviamente no asfaltado. Con ellos hay un árabe bastante siniestro, que les mira maliciosamente. (N. del G.: Los investigadores han sido apresados por Tewfik Al Sayed, quien aguardaba en el piso superior junto a algunos sectarios a que éstos llegaran, ateniéndose al plan que él y Gavigan habían ideado. Cuando los hombres del camión le informaron de que Scotland Yard revoloteaba entorno a los investigadores, Tewfik les ordenó que aguardaran con el camión cerca de la tienda, por si se decidían a venir esta noche. Las órdenes eran vigilar ambas entradas de la tienda, y si definitivamente venían, cuando les vieran entrar dejar pasar unos minutos y acercarse con el camión a la otra entrada. Tewfik sabía que los investigadores estaban dispuestos a llegar al fondo del asunto, pero desoyendo las recomendaciones de Gavigan, infravaloró la posible potencia de fuego de los investigadores. Así, todos los sectarios de la tienda han acabado muertos, y Tewfik se ha visto obligado a recurrir a la magia negra para reducir a sus molestos oponentes. Sin embargo, Gavigan le dijo que eran tres los americanos con los que se había entrevistado en la fundación, y aquí sólo había dos. Eso significaba un cabo suelto. Un problema que habría que atajar de inmediato. Tewfik ordena al conductor ir a la Casa Misr, donde podrá encontrarse con Gavigan para informarle de lo sucedido.)

Tewfik Al Sayed

Un par de veces intentan soltarse las ataduras, pero el árabe se hace respetar por los estúpidos americanos (N. del G.: un par de bofetadas bien dadas y los dos dóciles y tranquilitos).
Después de aproximadamente una hora, el camión se detiene. Se les saca a empellones del camión. Están en una zona pantanosa. El camión está aparcado frente a la entrada de una gran mansión. En el horizonte, sólo pueden verse las marismas en todas direcciones. El camino por el que han debido de llegar se pierde serpenteando en la niebla.

Se les conduce al interior de la mansión, y les arrojan en distintas celdas de una sucia mazmorra en un sótano secreto. El lugar es húmedo y maloliente. Hay restos de defecaciones en las celdas, algunos bastante recientes. Es obvio que las mazmorras siguen en uso hoy en día. En la oscuridad, algo se mueve en otra de las celdas. Es otro prisionero; éste les cuenta que, al parecer, esta mansión es la base de operaciones de Edward Gavigan, líder de la Hermandad del Faraón Negro. Traen aquí a todos los que van a ser sacrificados en los ritos de la Hermandad, en su caso por saber demasiado. Desgraciadamente, y al igual que él, los investigadores también están en esta situación. Sus destinos están sellados. Ahora sólo son útiles por la información que puede llevar a la secta hasta el resto de investigadores.
Tewfik se encarga, gustosamente, de acometer las torturas para obtener esta información. En las mazmorras de la Casa Misr pueden conocer también al Gavigan real, despiadado sacerdote y co-líder de la Hermandad del Faraón Negro. Las jornadas de sufrimiento se alargan eternamente. Los investigadores son sometidos a vejaciones horribles por Tewfik al-Sayed. Han destrozado su tienda, y su posición en la Hermandad se ha visto comprometida. Pagarán con creces. Cuando llegan al límite, los investigadores le dicen a Gavigan todo lo que saben.
Después, Tewfik les sigue torturando, sólo por diversión. Gavigan les indica que Tewfik nunca había prestado tanta atención a nadie, y que se deberían sentir halagados por ello.

Tewfik se divierte con sus presas

Tras varios días de sufrimiento inimaginable, Tewfik abandona la Casa Misr por algún motivo. Gavigan, sonriendo condescendientemente, les informa de que tendrán paz... por el momento.

(N. del G.: Con la información sonsacada a estos pobres diablos, Gavigan ha madurado un nuevo plan. Gavigan sabía que el grupo de investigadores llegaba a Londres desde Nueva York en el Mauritania. Hubiera sido difícil seguirles la pista en el desembarco, entre los miles de pasajeros, por no hablar ya de rastrearles por la ciudad más grande y populosa del mundo. Por si eso fuera poco, sólo sabía de ellos que eran dos o más, que usaban armas de fuego, y que uno de ellos era amigo de Jackson Elías, probablemente una mujer. Simplemente insuficiente. Sin embargo, y para alegría de Gavigan, los investigadores se hicieron notar en el viaje, de tal forma que rastrearles a su llegada fue especialmente fácil. Una tal Josefina Pérez había sido encerrada por usar armas de fuego en el barco. Ella debía ser la amiga de Elías, y con la que contactó en Nueva York. Otros dos hombres, Richmond Burke y Herbert Stockton, a los cuales se les había visto a veces con ella, fueron retenidos en su camarote. También se encontraron escopetas camufladas en su equipaje. Este grupo se ajustaba perfectamente a la información que tenía. No había más que esperar a que Scotland Yard realizará su investigación y actuar en consecuencia. Al parecer, los dos hombres, heridos, fueron llevados al hospital. Un lugar perfecto para organizar un discreto “accidente”. Sin embargo, la intervención de un estúpido fanático acabó con esta posibilidad ya que Scotland Yard se quedó vigilando el lugar. Y Pérez fue encerrada en la cárcel a la espera de acabar la investigación. Imposible acabar con ella allí sin llamar excesivamente la atención. Al parecer, hoy mismo se la ha declarado culpable de varios cargos, entre ellos un asesinato. Y en su caso, significa la deportación. Perfecto. Ése es el momento, en medio del océano. Pero la mala noticia para Gavigan es que al parecer, según ha sonsacado Tewfik con sus “artes de averiguación” a Burke y Baker, había un cuarto miembro en el grupo: Sofía Wells, la verdadera amiga de Jackson Elías, el foco de todos los problemas de la Hermandad. Por si fuera poco, esta mujer se ha dedicado a reclutar nuevos investigadores. Dos, en teoría. Había que cortar el problema de raíz o acabaría por ser incontrolable. Afortunadamente, ahora conoce el paradero de Wells, y el de Moller, el nuevo investigador que faltaba por localizar. Baker y Burke ya no son un problema. Y ya sólo queda esperar a que Stockton salga del hospital para ocuparse de él. Con eso acabarán los problemas de Gavigan. No obstante, no hay mal que por bien no venga; aunque la situación se haya descontrolado un poco, Gavigan tiene la oportunidad de sacar partido a la coyuntura. Tewfik y él siempre han rivalizado por el control de la Hermandad, pero sus poderes y su situación estaban demasiado igualados como para que cualquiera de los dos se arriesgase a una confrontación. Sin embargo, y gracias al error de Tewfik infravalorándoles, éste había sufrido un revés incuestionable. Ahora Scotland Yard ha ordenado que se le busque para ser interrogado por lo sucedido en su tienda; y como quiera que ésta era su base de operaciones para la Hermandad, todos los objetos mágicos y de valor de Tewfik han sido transportados desde la tienda hasta aquí, la Casa Misr. Es decir, ahora Tewfik está bajo la protección de Gavigan, en una situación extremadamente vulnerable. No es de extrañar que se ensañe tanto con Baker y Burke, los causantes de sus problemas. Y ésta es una oportunidad que Gavigan no va a desaprovechar.)

Varios días después traen a una cuarta reclusa: Yalesha, una bailarina de La Pirámide Azul; ella también será sacrificada en el ritual de la Hermandad de luna nueva por hablar demasiado.



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