050 Solo contra el Wendigo
(31)
El grupo decide que las cuevas son un refugio adecuado para el tiempo que queráis pasar allí. Charlie se ofrece voluntario para explorar los pasadizos posteriores, y pide a Bernard que le acompañe. Mientras tanto, Norman, Sylvia y tú montáis un rústico campamento en la parte delantera de la caverna.
Inquietos por la pérdida de la canoa, la probabilidad de demostrar su valía como exploradores levanta un tanto la moral de los alumnos. Su animada charla es cortada en seco por gritos de terror que proceden del fondo de la caverna.
Con las armas a punto y equipados de antorchas, seguís la ruta que Charlie ha ido marcando cuidadosamente. Las rocas se vuelven resbaladizas bajo vuestros pies y descubrís una cueva de hielo permanentemente sólido, con estalactitas y estalagmitas también de hielo. Brillando a la luz de las antorchas, y cubierta de una capa de hielo, tenéis una visión desconcertante: Una capa inmensa de huesos de caribú. Corresponden a docenas de animales, que quizá murieran aquí juntos al ahogarse, o uno a uno.
Pero no podéis pensar demasiado en los huesos de caribú porque hay tragedias más apremiantes: Charlie ha desaparecido y, lo que es peor, el cuerpo sin vida de Bernard Epstein yace sobre una pila de huesos, con un pequeño dardo sobresaliéndole del hombro. Arrancas el dardo, que está provisto de una pequeña punta de pedernal, como las que usan los indios para matar pájaros. Es evidente que estaba envenenada, puesto que la herida no era mortal ni mucho menos.
Esta nueva impresión te afecta profundamente. Quieres quedarte y desentrañar los misterios del valle de una vez por todas pero, ¿estás dispuesto a arriesgar las vidas de Norman y de Sylvia?
Para ceder a tu obsesión, ve a -75-; para volver a la civilización, a -324-; para pensártelo, a -425-.
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El grupo decide que las cuevas son un refugio adecuado para el tiempo que queráis pasar allí. Charlie se ofrece voluntario para explorar los pasadizos posteriores, y pide a Bernard que le acompañe. Mientras tanto, Norman, Sylvia y tú montáis un rústico campamento en la parte delantera de la caverna.
Inquietos por la pérdida de la canoa, la probabilidad de demostrar su valía como exploradores levanta un tanto la moral de los alumnos. Su animada charla es cortada en seco por gritos de terror que proceden del fondo de la caverna.
Con las armas a punto y equipados de antorchas, seguís la ruta que Charlie ha ido marcando cuidadosamente. Las rocas se vuelven resbaladizas bajo vuestros pies y descubrís una cueva de hielo permanentemente sólido, con estalactitas y estalagmitas también de hielo. Brillando a la luz de las antorchas, y cubierta de una capa de hielo, tenéis una visión desconcertante: Una capa inmensa de huesos de caribú. Corresponden a docenas de animales, que quizá murieran aquí juntos al ahogarse, o uno a uno.
Pero no podéis pensar demasiado en los huesos de caribú porque hay tragedias más apremiantes: Charlie ha desaparecido y, lo que es peor, el cuerpo sin vida de Bernard Epstein yace sobre una pila de huesos, con un pequeño dardo sobresaliéndole del hombro. Arrancas el dardo, que está provisto de una pequeña punta de pedernal, como las que usan los indios para matar pájaros. Es evidente que estaba envenenada, puesto que la herida no era mortal ni mucho menos.
Esta nueva impresión te afecta profundamente. Quieres quedarte y desentrañar los misterios del valle de una vez por todas pero, ¿estás dispuesto a arriesgar las vidas de Norman y de Sylvia?
Para ceder a tu obsesión, ve a -75-; para volver a la civilización, a -324-; para pensártelo, a -425-.
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