046 Solo contra el Wendigo
(21)
Dejando a Bernard Epstein de guardia, el resto del grupo se prepara para dormir, cada uno en su tienda individual. Tú dispones tu saco de dormir sobre un colchón de ramas y colocas una sábana encima. Miras a tu alrededor; el campamento está en calma y todo está en su sitio.
Esa noche sueñas que andas desnudo por un ventisquero, y que tu sensación de frío aumenta a cada paso que das. En ese momento te despiertas y notas que la temperatura, por lo menos, no forma parte del sueño. Oyes crepitar las ramas heladas, por efecto de una brisa gélida, y también oyes algo más. Son dos sílabas pronunciadas por una voz ventosa y gemebunda, como si la naturaleza pudiera hablar: "¡Ep-stein!"
Intentas controlar tu sorpresa, e imaginarte que se trata tan sólo de otro de tus compañeros que llama a Bernard, pero vuelves a oirla y sabes que no se puede tratar de una voz terrenal: "¡Ep-stein!"
Asustado, te levantas, te echas la chaqueta por encima y coges tus armas. Tienes el tiempo justo de ver a Bernard responder a quien le llama con un grito ininteligible, y echar a correr hacia la negrura de los árboles que circundan el campamento.
Para correr tras el alumno, ve a -47-; para avisar antes al resto del grupo, ve a -71-.
2 MH
Dejando a Bernard Epstein de guardia, el resto del grupo se prepara para dormir, cada uno en su tienda individual. Tú dispones tu saco de dormir sobre un colchón de ramas y colocas una sábana encima. Miras a tu alrededor; el campamento está en calma y todo está en su sitio.
Esa noche sueñas que andas desnudo por un ventisquero, y que tu sensación de frío aumenta a cada paso que das. En ese momento te despiertas y notas que la temperatura, por lo menos, no forma parte del sueño. Oyes crepitar las ramas heladas, por efecto de una brisa gélida, y también oyes algo más. Son dos sílabas pronunciadas por una voz ventosa y gemebunda, como si la naturaleza pudiera hablar: "¡Ep-stein!"
Intentas controlar tu sorpresa, e imaginarte que se trata tan sólo de otro de tus compañeros que llama a Bernard, pero vuelves a oirla y sabes que no se puede tratar de una voz terrenal: "¡Ep-stein!"
Asustado, te levantas, te echas la chaqueta por encima y coges tus armas. Tienes el tiempo justo de ver a Bernard responder a quien le llama con un grito ininteligible, y echar a correr hacia la negrura de los árboles que circundan el campamento.
Para correr tras el alumno, ve a -47-; para avisar antes al resto del grupo, ve a -71-.
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