LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 5.03
CUNCUDGERIE
Miguel Ángel (3).......James Curtnert............Cazador
Dani (5)..................Adrian Eastwood..........Agente de negocios de importación-exportación
Migu3l (4)...............Frank Donahew.............Arqueólogo del Museo Egipcio de El Cairo
Lvis (6)...................Steve Donahew............Antropólogo del Museo Egipcio de El Cairo y profesor de Universidad
La línea de ferrocarril de vía estrecha que llega hasta Cuncudgerie sólo dispone de un tren diario, que es un tren de carga. La tierra está seca y los cauces de agua, vacíos. En algunas de las cañadas se pueden ver unos pocos árboles de pequeño tamaño, pero no hay ningún bosque ni matorral. No se ven granjas por ninguna parte. De hecho, durante el viaje no hay nada que se mueva, con excepción de tres grandes pájaros, que aletean perezosamente a lo lejos: dado el movimiento del tren, no es posible usar un catalejo o unos prismáticos para poder identificarlos. A los investigadores, que han leído el diario de MacWhirr, esos grandes pájaros les dan que pensar.
Cuncudgerie es una ciudad minera muy animada incluso en medio del calor reinante durante el día. Además de los mineros, en el lugar viven numerosos prospectores, miles de caballos, camellos y mulas, muchos camiones y unas pocas mujeres "fáciles" que de ningún modo tienen un aspecto tan romántico como en las novelas.
Tras reunirse con Cowles este les informa de que en un par de días tendrán todo listo, así que de nuevo tienen tiempo para ir a lo suyo (N. del G.: y para liarla gorda).
Mientras los personajes pasean por el pueblo, pueden enterarse fácilmente de varios rumores y chismes:
- Más al Este hay filones de oro (líneas de depósitos de mineral a la intemperie) que tienen una longitud de cientos o incluso miles de kilómetros. Sin embargo, el sujeto que está diciendo esto está tratando claramente de impresionar a su amigo.
- En lo más profundo del desierto hay serpientes cuya picadura es mortal. (N. del G.: Cierto; hay serpientes de este tipo por toda Australia.)
- Al Este, a lo lejos, se ha producido un grave desastre minero, pero la compañía responsable ha pagado a los políticos y se ha echado tierra sobre el asunto. Unas 25 personas han muerto, entre ellas Derby Dave el galés, que estuvo trabajando para Mortimer Wycroft. Todo esto tuvo lugar hace algún tiempo.
- Un americano chalado se llevó un grupo de dos docenas de trabajadores al desierto, les hizo cavar un pozo de diez metros de profundidad, luego les ordenó que dejaran de trabajar, les pagó una cierta cantidad de dinero como compensación y luego hizo que todo el mundo volviese a Darwin a recoger su paga. Todo esto tuvo lugar hace algún tiempo.
- Algunos ganaderos que traían vacas por la ruta de ganado de Canning juran que unas cosas tan grandes como osos les robaron unas cuantas de sus cabezas de ganado. Esto ocurrió "hace más o menos un año." Los supuestos ataques tuvieron lugar en algún lugar al Este de los lagos Percival.
- Los Slattery, que viven en las Cataratas del Dingo, son muy poco amistosos, y se debe evitarles.
- Un caballero americano de nombre John Carver, llevó a cabo una serie de inspecciones y excavaciones exploratorias a lo largo de la ruta de ganado de Canning, que flanquea el lado oriental del gran desierto de arena.
- Hay un fantasma visto recientemente en el Norte (cerca de las Cataratas del Dingo). Puede atravesar con su mano derecha el cuerpo de una persona. (Esta historia en particular la cuenta un viejo llamado “Mad Ginger” Muldoon (N. del G.: apodo que quiere decir “el pelirrojo loco”).
- Hace unas dos semanas se avistaron en la zona tres grandes pájaros. La persona que cuenta esta historia jura que tenían alas de siete metros. Les disparó varias veces, para ver si podía cazar uno, pero estaban fuera del alcance de su arma.
- El sujeto americano que hizo cavar el pozo en la arena y el americano John Carver son la misma persona. Compró todo su equipo aquí mismo, en la tienda de Mortimer Wycroft.
- Al Este de aquí y a bastante distancia, se ha encontrado una tribu bastante extraña y siniestra, formada por aborígenes extremadamente altos y delgados.
- Hace cinco o seis años, un tipo sostenía que había encontrado en el desierto unos grandes bloques cuadrados de piedra. Y para probar que estaba diciendo la verdad, pagó una ronda a todos los que estaban en la taberna. El narrador se acuerda de que el tipo se apellidaba MacWhirr.
- En algún lugar del desierto hay una ciudad enterrada bajo la arena. Hay maneras de entrar y salir de ella, pero la arena cambia constantemente, enterrando y desenterrando las vías de entrada. En la ciudad viven seres maléficos.
Después de esta marea de informaciones “fidedignas” los investigadores intentan hacer hablar a “Mad Ginger” Muldoon. Tras varios intentos, éste acaba por contarles su historia. “Mad Ginger” es el origen de las historias sobre la terrible aparición. Ahora frecuenta el Cuncudgerie Grand (un pub), intentando borrar el recuerdo de la horrible cosa que se encontró con él una noche. Está aturdido por la bebida, pero con paciencia y simpatía los investigadores consiguen que cuente su historia:
Hace cuatro noches acampó en un lugar conocido como las Cataratas del Dingo. No sabe por qué lo llaman así, porque él no vio por allí ni dingos ni cascadas de agua, sólo una charca de agua de donde bebió. Acampó cerca de allí para pasar la noche. Era un lugar solitario para hacer una hoguera, pero preferible a la compañía de los únicos habitantes locales, un borracho demente y su par de hijos chiflados (N. del G.: se refiere a los Slattery ya mencionados).
Tan pronto como se acostó le despertó una luz. Pensaba que eran los Slattery, que querían echarle, robarle, o algo peor. Pero aquello con que se encontró era mucho peor. La aparición de un hombre, ardiendo con colores blancos y rojos, la carne calléndosele de los huesos, los ojos derritiéndosele en las cuencas, su boca abierta para proferir un grito terriblemente silencioso. Avanzaba hacia “Mad Ginger” Muldoon.
Mad Ginger dice que atacó a aquella cosa con un palo, valientemente (N. del G.: pero es mentira. En realidad huyó de allí, pero nunca lo admitiría. Cuando salió el Sol, volvió cautelosamente, recogió su equipo y se fue rápidamente y de puntillas). Esto es todo lo que Muldoon sabe.
En ese momento Steve Donahew dice que eso de que le atacó con un palo no se lo cree ni él, y ya se armó el belén. Mad Ginger le tira la banqueta a Steve, y falla, dándole a otro parroquiano en la espalda. Éste es el comienzo de una pelea de bar todos contra todos. El resto de los investigadores huyen rápidamente al exterior, desde donde ven volar objetos del bar. Poco después recogen al pobre Steve, que sale a gatas (N. del G.: después de que le hayan roto una botella en la cabeza y le hayan astillado un par de costillas) y le llevan al médico.
Con Steve algo mejor, van a la tienda de Mortimer Wycroft. Cuando llegan, hay tres aborígenes que están holgazaneando en la puerta. Cuando los investigadores entran en la tienda, aquéllos van detrás y se ponen a su espalda. Wycroft es un hombre extremadamente pálido. Sus ojos están hundidos y su silueta es esquelética. Su negocio de equipar mineros y exploradores no va muy bien, pero no parece que a él le importe. Está bastante mal de la cabeza, y resulta obvio.
La tienda no destaca por su limpieza, pero las estanterías de detrás del mostrador en forma de U están repletas de material impermeable, libros, cuerdas, cadenas, lámparas y gorros de minero, lámparas de arco voltaico, linternas de bolsillo, baterías, piezas de camión, poleas, comida enlatada, ganzúas, equipos para extraer muestras y muchas cosas más. En un cobertizo cercano a la tienda hay maderos para apuntalar, raíles de hierro, etcétera.
Mortimer Wycroft no tiene ningún interés en responder a las preguntas que le hacen los investigadores. Cuando se le pregunta sobre John Carver, dice que jamás ha oído hablar de él. Mientras conversan con Wycroft los investigadores se dan cuenta que el más alto de los tres aborígenes tiene tatuados en su bíceps izquierdo una espiral abierta y un símbolo como el que había en la caja para la Fundación Penhew en Puerto Hedland, como de murciélago.
Prudentemente, los investigadores compran una nimiedad y se marchan.
Cuando finalmente se reúnen con Cowles, éste les pregunta por la pelea de bar en la que se vieron metidos, y se interesa por el estado de Steve. Cuando le comentan que creen que la Secta del Murciélago de la Arena sigue existiendo, se muestra bastante sorprendido, “pero después de todo es una posible explicación para los aborígenes hostiles descritos en el diario de MacWhirr”, dice.
Todo el equipo está listo. Es hora de internarse en el desierto.
Cuncudgerie es una ciudad minera muy animada incluso en medio del calor reinante durante el día. Además de los mineros, en el lugar viven numerosos prospectores, miles de caballos, camellos y mulas, muchos camiones y unas pocas mujeres "fáciles" que de ningún modo tienen un aspecto tan romántico como en las novelas.
Tras reunirse con Cowles este les informa de que en un par de días tendrán todo listo, así que de nuevo tienen tiempo para ir a lo suyo (N. del G.: y para liarla gorda).
Mientras los personajes pasean por el pueblo, pueden enterarse fácilmente de varios rumores y chismes:
- Más al Este hay filones de oro (líneas de depósitos de mineral a la intemperie) que tienen una longitud de cientos o incluso miles de kilómetros. Sin embargo, el sujeto que está diciendo esto está tratando claramente de impresionar a su amigo.
- En lo más profundo del desierto hay serpientes cuya picadura es mortal. (N. del G.: Cierto; hay serpientes de este tipo por toda Australia.)
- Al Este, a lo lejos, se ha producido un grave desastre minero, pero la compañía responsable ha pagado a los políticos y se ha echado tierra sobre el asunto. Unas 25 personas han muerto, entre ellas Derby Dave el galés, que estuvo trabajando para Mortimer Wycroft. Todo esto tuvo lugar hace algún tiempo.
- Un americano chalado se llevó un grupo de dos docenas de trabajadores al desierto, les hizo cavar un pozo de diez metros de profundidad, luego les ordenó que dejaran de trabajar, les pagó una cierta cantidad de dinero como compensación y luego hizo que todo el mundo volviese a Darwin a recoger su paga. Todo esto tuvo lugar hace algún tiempo.
- Algunos ganaderos que traían vacas por la ruta de ganado de Canning juran que unas cosas tan grandes como osos les robaron unas cuantas de sus cabezas de ganado. Esto ocurrió "hace más o menos un año." Los supuestos ataques tuvieron lugar en algún lugar al Este de los lagos Percival.
- Los Slattery, que viven en las Cataratas del Dingo, son muy poco amistosos, y se debe evitarles.
- Un caballero americano de nombre John Carver, llevó a cabo una serie de inspecciones y excavaciones exploratorias a lo largo de la ruta de ganado de Canning, que flanquea el lado oriental del gran desierto de arena.
- Hay un fantasma visto recientemente en el Norte (cerca de las Cataratas del Dingo). Puede atravesar con su mano derecha el cuerpo de una persona. (Esta historia en particular la cuenta un viejo llamado “Mad Ginger” Muldoon (N. del G.: apodo que quiere decir “el pelirrojo loco”).
- Hace unas dos semanas se avistaron en la zona tres grandes pájaros. La persona que cuenta esta historia jura que tenían alas de siete metros. Les disparó varias veces, para ver si podía cazar uno, pero estaban fuera del alcance de su arma.
- El sujeto americano que hizo cavar el pozo en la arena y el americano John Carver son la misma persona. Compró todo su equipo aquí mismo, en la tienda de Mortimer Wycroft.
- Al Este de aquí y a bastante distancia, se ha encontrado una tribu bastante extraña y siniestra, formada por aborígenes extremadamente altos y delgados.
- Hace cinco o seis años, un tipo sostenía que había encontrado en el desierto unos grandes bloques cuadrados de piedra. Y para probar que estaba diciendo la verdad, pagó una ronda a todos los que estaban en la taberna. El narrador se acuerda de que el tipo se apellidaba MacWhirr.
- En algún lugar del desierto hay una ciudad enterrada bajo la arena. Hay maneras de entrar y salir de ella, pero la arena cambia constantemente, enterrando y desenterrando las vías de entrada. En la ciudad viven seres maléficos.
Después de esta marea de informaciones “fidedignas” los investigadores intentan hacer hablar a “Mad Ginger” Muldoon. Tras varios intentos, éste acaba por contarles su historia. “Mad Ginger” es el origen de las historias sobre la terrible aparición. Ahora frecuenta el Cuncudgerie Grand (un pub), intentando borrar el recuerdo de la horrible cosa que se encontró con él una noche. Está aturdido por la bebida, pero con paciencia y simpatía los investigadores consiguen que cuente su historia:
Hace cuatro noches acampó en un lugar conocido como las Cataratas del Dingo. No sabe por qué lo llaman así, porque él no vio por allí ni dingos ni cascadas de agua, sólo una charca de agua de donde bebió. Acampó cerca de allí para pasar la noche. Era un lugar solitario para hacer una hoguera, pero preferible a la compañía de los únicos habitantes locales, un borracho demente y su par de hijos chiflados (N. del G.: se refiere a los Slattery ya mencionados).
Tan pronto como se acostó le despertó una luz. Pensaba que eran los Slattery, que querían echarle, robarle, o algo peor. Pero aquello con que se encontró era mucho peor. La aparición de un hombre, ardiendo con colores blancos y rojos, la carne calléndosele de los huesos, los ojos derritiéndosele en las cuencas, su boca abierta para proferir un grito terriblemente silencioso. Avanzaba hacia “Mad Ginger” Muldoon.
Mad Ginger dice que atacó a aquella cosa con un palo, valientemente (N. del G.: pero es mentira. En realidad huyó de allí, pero nunca lo admitiría. Cuando salió el Sol, volvió cautelosamente, recogió su equipo y se fue rápidamente y de puntillas). Esto es todo lo que Muldoon sabe.
En ese momento Steve Donahew dice que eso de que le atacó con un palo no se lo cree ni él, y ya se armó el belén. Mad Ginger le tira la banqueta a Steve, y falla, dándole a otro parroquiano en la espalda. Éste es el comienzo de una pelea de bar todos contra todos. El resto de los investigadores huyen rápidamente al exterior, desde donde ven volar objetos del bar. Poco después recogen al pobre Steve, que sale a gatas (N. del G.: después de que le hayan roto una botella en la cabeza y le hayan astillado un par de costillas) y le llevan al médico.
Con Steve algo mejor, van a la tienda de Mortimer Wycroft. Cuando llegan, hay tres aborígenes que están holgazaneando en la puerta. Cuando los investigadores entran en la tienda, aquéllos van detrás y se ponen a su espalda. Wycroft es un hombre extremadamente pálido. Sus ojos están hundidos y su silueta es esquelética. Su negocio de equipar mineros y exploradores no va muy bien, pero no parece que a él le importe. Está bastante mal de la cabeza, y resulta obvio.
La tienda no destaca por su limpieza, pero las estanterías de detrás del mostrador en forma de U están repletas de material impermeable, libros, cuerdas, cadenas, lámparas y gorros de minero, lámparas de arco voltaico, linternas de bolsillo, baterías, piezas de camión, poleas, comida enlatada, ganzúas, equipos para extraer muestras y muchas cosas más. En un cobertizo cercano a la tienda hay maderos para apuntalar, raíles de hierro, etcétera.
Mortimer Wycroft no tiene ningún interés en responder a las preguntas que le hacen los investigadores. Cuando se le pregunta sobre John Carver, dice que jamás ha oído hablar de él. Mientras conversan con Wycroft los investigadores se dan cuenta que el más alto de los tres aborígenes tiene tatuados en su bíceps izquierdo una espiral abierta y un símbolo como el que había en la caja para la Fundación Penhew en Puerto Hedland, como de murciélago.
Los símbolos en el biceps del aborigen
Prudentemente, los investigadores compran una nimiedad y se marchan.
Cuando finalmente se reúnen con Cowles, éste les pregunta por la pelea de bar en la que se vieron metidos, y se interesa por el estado de Steve. Cuando le comentan que creen que la Secta del Murciélago de la Arena sigue existiendo, se muestra bastante sorprendido, “pero después de todo es una posible explicación para los aborígenes hostiles descritos en el diario de MacWhirr”, dice.
Todo el equipo está listo. Es hora de internarse en el desierto.
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