LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 4.10
EL VIEJO BUNDARI
Miguel Ángel (3).......James Curtnert.......Cazador
Pablo (1).................Jason Dallas...........Mercenario
Lvis (5)...................Edward Moore.........Misionero
Los investigadores, espoleados por la información recogida estos últimos días, se deciden a intentar de nuevo el contacto con el viejo Bundari, quien sin duda será un aliado valioso para enfrentarse a la Secta de la Lengua Sangrienta.
Una vez convencido de la urgencia de su misión, Okomu se vuelve más amable. Ha oído hablar de la Lengua Sangrienta y sabe que son responsables de la masacre de la expedición Carlyle. Sin embargo, manifiesta que las muertes fueron consecuencia de una magia maléfica mediante la cual criaturas sobrenaturales fueron llamadas del Otro Lado para matar y llevarse a las víctimas.
Según Okomu, los que desaparecieron fueron llevados a la Montaña del Viento Negro, un lugar terrible que todos evitan. Ni siquiera los hechizos más poderosos lanzados contra ese lugar tienen efecto. Se llama así porque en ella habita un terrible dios que, una vez al año, desata el Viento Negro, el cual trae enfermedades, hambre y desastres. Para satisfacer al dios, la secta secuestra gente y la sacrifica al dios quien entonces aparece en toda su terrible gloria. Casi es tan grande como la propia montaña y no tiene rostro, sólo una lengua color rojo sangre que cuelga de donde debería tener la frente. Junto con él aparecen monstruos de todo tipo que actúan como servidores suyos. Tan sólo con ver a ese dios, la gente enloquece.
Al parecer la sacerdotisa de ese dios se llama M'Weru y vive en la montaña. Ella fue quien profetizó la llegada del hijo del dios, que será parte humano y parte monstruo, quien pronto bañará en sangre la tierra.
Okomu puede trazar un mapa que indique el camino hasta la Montaña del Viento Negro, que los blancos conocen como Monte Kenia, y los kikuyus como Kere-Nyaga, aunque previene que no es saludable acercarse. No hay protección posible, si bien algunas historias antiguas hablan de un gran signo, el Ojo de Luz y de Oscuridad que podría encadenar para siempre a tan cruel dios en el interior de la montaña; por desgracia, nadie sabe cuál puede ser dicho signo. Algunos magos dicen que el signo existió hasta hace algunos años, en que el dios consiguió engañar a unos hombres para que lo destruyeran.
Aunque Bundari es un mago poderoso, Okomu dice que, para reforzarse, tuvo que establecer una fuerte relación con los Otros Lados por lo que la presencia de Bundari fluye ahora entre esta realidad y muchas otras. La labor de Okomu es guardar esta realidad para Bundari, y éste dispone de otros asistentes (inimaginables) que realizan funciones similares para su presencia en los Otros Lados. Los investigadores deberán esperar pacientemente a que la atención del mago se centre en esta realidad, proceso que puede durar horas pero durante el cual deberán permanecer a su lado puesto que de lo contrario no será posible ponerse en contacto con él en varios días.
Por la parte de fuera, la choza tiene las curvas suaves de una cabaña Masai y es a la vez más grande y diferentemente construida que las cabañas cónicas de barro del resto del poblado. Sin embargo, está rodeada por una verja con puerta, igual que las demás. Una vez dentro, los investigadores se dan cuenta de que el interior es como la concha de un caracol, y que el pasillo de entrada da toda la vuelta alrededor de la habitación central antes de entrar en ella. No hay luz, pero en las paredes interior y exterior del pasillo, que están encaladas, pueden verse máscaras, fetiches, símbolos. etc. En la habitación central aún hay más símbolos, dispuestos formando modelos arcanos, que los investigadores identifican como símbolos de protección. En el centro de la habitación se encuentra un anciano de pequeña estatura, sentado, y tan inmóvil que parecería estar muerto.
Los investigadores deben permanecer junto a Bundari 12 horas hasta que empieza a moverse. Para la espera, Okomu les ofrece cacahuetes pelados, plátanos cocidos (N. del G.: no plátanos dulces sino de los otros, a los que en Centroamérica se denomina plátano-vianda); los investigadores no pueden conversar porque el ruido atraería demasiado rápido a Bundari de su viaje interdimensional, lo cual entraña una cierta dosis de peligro.
Por fin, el cuerpo del anciano empieza a moverse y como a hincharse, percibiendo los investigadores un a modo de espíritu intangible que no estaba presente antes. Sus ojos se abren y estudia a cada uno de ellos tras lo cual, y a modo de presentación, menciona algún acontecimiento del pasado de cada cual.
"Vuestra misión es peligrosa y el tiempo escaso. ¿Preferís bellas palabras o la pura verdad? La Lengua Sangrienta se está volviendo arrogante. La gente de la región desaparece en la montaña, raptados por la secta y destinados a un terrible sacrificio que tiene que realizarse. Los líderes de las tribus han sido corrompidos. Muchos de nosotros debemos rezar continuamente a Ngai, el señor del Kere-Nyaga para detener este mal.
Si vosotros, buscadores, tenéis coraje podréis conseguir muchas cosas. Pero debéis apresuraros. Okomu puede ayudaros a preparar vuestro viaje pero no puede daros lo que yo: he aquí algunos objetos que os ayudarán."
El primero de los dos regalos de Bundari es un espantamoscas. Tiene un mango de ébano grabado con símbolos Kikuyu. (N. del G.: En muchas culturas africanas este tipo de amuletos se utiliza como defensa contra espíritus maléficos puesto que la mayoría de ellos suelen adoptar la forma de moscas -de hecho, en nuestra cultura, el Diablo es el Señor de las Moscas- y por ello todos los magos africanos tienen el espantamoscas como una parte importante de su parafernalia). Éste en concreto posee dos poderes especiales que Bundari no explica en detalle, limitándose a decir que sirve para encontrar y para defenderse del mal.
El segundo es una cajita de madera en la que hay un reptil de extraño aspecto; es de color marrón grisáceo, piel rugosa y tres cuernos que le salen de la frente. "Éste es mi amigo, Aquél que no es lo que parece. Podéis llamarle Aquél para abreviar. Llevadle con vosotros y alimentadle bien cada día con moscas. Sólo os servirá una vez y no contra la magia. Sólo tenéis que abrir la caja y dejarle suelto." Es maravillosa la manera en que los insectos de todo tipo evitan las proximidades de Aquél, proporcionando a los investigadores protección completa contra todo tipo de picaduras. Sin embargo, ello supone que alguien debe dedicar buena parte de su tiempo a cazar moscas para darle de comer.
Cuando los investigadores muestran la mitad del símbolo que Nyiti tenía en El Wasta (Egipto) y la reproducción del signo completo del Dr. Kafour, ello provoca un despliegue de actividad. Okomu y Bundari deberán estudiarlo durante mucho tiempo para intentar descubrir cómo se usa.
Okomu recomienda a Sam Mariga como el hombre ideal que sirva de guía para el viaje a la Montaña del Viento Negro.
Una vez convencido de la urgencia de su misión, Okomu se vuelve más amable. Ha oído hablar de la Lengua Sangrienta y sabe que son responsables de la masacre de la expedición Carlyle. Sin embargo, manifiesta que las muertes fueron consecuencia de una magia maléfica mediante la cual criaturas sobrenaturales fueron llamadas del Otro Lado para matar y llevarse a las víctimas.
Según Okomu, los que desaparecieron fueron llevados a la Montaña del Viento Negro, un lugar terrible que todos evitan. Ni siquiera los hechizos más poderosos lanzados contra ese lugar tienen efecto. Se llama así porque en ella habita un terrible dios que, una vez al año, desata el Viento Negro, el cual trae enfermedades, hambre y desastres. Para satisfacer al dios, la secta secuestra gente y la sacrifica al dios quien entonces aparece en toda su terrible gloria. Casi es tan grande como la propia montaña y no tiene rostro, sólo una lengua color rojo sangre que cuelga de donde debería tener la frente. Junto con él aparecen monstruos de todo tipo que actúan como servidores suyos. Tan sólo con ver a ese dios, la gente enloquece.
Al parecer la sacerdotisa de ese dios se llama M'Weru y vive en la montaña. Ella fue quien profetizó la llegada del hijo del dios, que será parte humano y parte monstruo, quien pronto bañará en sangre la tierra.
Okomu puede trazar un mapa que indique el camino hasta la Montaña del Viento Negro, que los blancos conocen como Monte Kenia, y los kikuyus como Kere-Nyaga, aunque previene que no es saludable acercarse. No hay protección posible, si bien algunas historias antiguas hablan de un gran signo, el Ojo de Luz y de Oscuridad que podría encadenar para siempre a tan cruel dios en el interior de la montaña; por desgracia, nadie sabe cuál puede ser dicho signo. Algunos magos dicen que el signo existió hasta hace algunos años, en que el dios consiguió engañar a unos hombres para que lo destruyeran.
Aunque Bundari es un mago poderoso, Okomu dice que, para reforzarse, tuvo que establecer una fuerte relación con los Otros Lados por lo que la presencia de Bundari fluye ahora entre esta realidad y muchas otras. La labor de Okomu es guardar esta realidad para Bundari, y éste dispone de otros asistentes (inimaginables) que realizan funciones similares para su presencia en los Otros Lados. Los investigadores deberán esperar pacientemente a que la atención del mago se centre en esta realidad, proceso que puede durar horas pero durante el cual deberán permanecer a su lado puesto que de lo contrario no será posible ponerse en contacto con él en varios días.
Por la parte de fuera, la choza tiene las curvas suaves de una cabaña Masai y es a la vez más grande y diferentemente construida que las cabañas cónicas de barro del resto del poblado. Sin embargo, está rodeada por una verja con puerta, igual que las demás. Una vez dentro, los investigadores se dan cuenta de que el interior es como la concha de un caracol, y que el pasillo de entrada da toda la vuelta alrededor de la habitación central antes de entrar en ella. No hay luz, pero en las paredes interior y exterior del pasillo, que están encaladas, pueden verse máscaras, fetiches, símbolos. etc. En la habitación central aún hay más símbolos, dispuestos formando modelos arcanos, que los investigadores identifican como símbolos de protección. En el centro de la habitación se encuentra un anciano de pequeña estatura, sentado, y tan inmóvil que parecería estar muerto.
Los investigadores deben permanecer junto a Bundari 12 horas hasta que empieza a moverse. Para la espera, Okomu les ofrece cacahuetes pelados, plátanos cocidos (N. del G.: no plátanos dulces sino de los otros, a los que en Centroamérica se denomina plátano-vianda); los investigadores no pueden conversar porque el ruido atraería demasiado rápido a Bundari de su viaje interdimensional, lo cual entraña una cierta dosis de peligro.
Por fin, el cuerpo del anciano empieza a moverse y como a hincharse, percibiendo los investigadores un a modo de espíritu intangible que no estaba presente antes. Sus ojos se abren y estudia a cada uno de ellos tras lo cual, y a modo de presentación, menciona algún acontecimiento del pasado de cada cual.
"Vuestra misión es peligrosa y el tiempo escaso. ¿Preferís bellas palabras o la pura verdad? La Lengua Sangrienta se está volviendo arrogante. La gente de la región desaparece en la montaña, raptados por la secta y destinados a un terrible sacrificio que tiene que realizarse. Los líderes de las tribus han sido corrompidos. Muchos de nosotros debemos rezar continuamente a Ngai, el señor del Kere-Nyaga para detener este mal.
Si vosotros, buscadores, tenéis coraje podréis conseguir muchas cosas. Pero debéis apresuraros. Okomu puede ayudaros a preparar vuestro viaje pero no puede daros lo que yo: he aquí algunos objetos que os ayudarán."
El primero de los dos regalos de Bundari es un espantamoscas. Tiene un mango de ébano grabado con símbolos Kikuyu. (N. del G.: En muchas culturas africanas este tipo de amuletos se utiliza como defensa contra espíritus maléficos puesto que la mayoría de ellos suelen adoptar la forma de moscas -de hecho, en nuestra cultura, el Diablo es el Señor de las Moscas- y por ello todos los magos africanos tienen el espantamoscas como una parte importante de su parafernalia). Éste en concreto posee dos poderes especiales que Bundari no explica en detalle, limitándose a decir que sirve para encontrar y para defenderse del mal.
El segundo es una cajita de madera en la que hay un reptil de extraño aspecto; es de color marrón grisáceo, piel rugosa y tres cuernos que le salen de la frente. "Éste es mi amigo, Aquél que no es lo que parece. Podéis llamarle Aquél para abreviar. Llevadle con vosotros y alimentadle bien cada día con moscas. Sólo os servirá una vez y no contra la magia. Sólo tenéis que abrir la caja y dejarle suelto." Es maravillosa la manera en que los insectos de todo tipo evitan las proximidades de Aquél, proporcionando a los investigadores protección completa contra todo tipo de picaduras. Sin embargo, ello supone que alguien debe dedicar buena parte de su tiempo a cazar moscas para darle de comer.
El viejo Bundari
Cuando los investigadores muestran la mitad del símbolo que Nyiti tenía en El Wasta (Egipto) y la reproducción del signo completo del Dr. Kafour, ello provoca un despliegue de actividad. Okomu y Bundari deberán estudiarlo durante mucho tiempo para intentar descubrir cómo se usa.
Okomu recomienda a Sam Mariga como el hombre ideal que sirva de guía para el viaje a la Montaña del Viento Negro.
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