LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 3.10
WARREN BESART
Lvis (3)......................Alan Smith.................Anarquista
Miguel Ángel (3)..........James Curtnert...........Cazador
Migu3l (3)..................Jasmine Abd-Hasir.......Ladrona
En un principio los investigadores andan algo perdidos, y dan algunas vueltas incluyendo una nueva visita a Faraz Najir, pero sin sacar nada en claro (N. del G.: y de paso guían a la Hermandad hasta Najir, que pensaba que había muerto en el ataque anterior).
Los investigadores encuentran al antiguo agente de Carlyle preguntando en la embajada de Francia. Se les informa de que reside en una tienda que tiene la puerta roja y que se encuentra en la calle de los Escorpiones, en Darb el Ahmar (N. del G.: “el callejón rojo”), un bazar que forma parte del casco antiguo y que sigue aproximadamente la dirección de la sharia Muezzdin Allah. Cuando se les pregunta por qué le buscan Curtnert está a punto de meter la pata pero Jasmine ofrece una explicación especialmente convincente y resuelve la situación.
La única puerta roja de la calle de los Escorpiones da a una tienda de ropa, propiedad de un tal Abú Udhreh. Jasmine entra sola en primer lugar, y finge buscar ropa para un supuesto viaje a Europa. Las cosas no le salen muy bien, y acaba, eso sí, con un nuevo vestuario acorde al viaje ficticio. Impacientes, los dos hombres entran por las bravas y preguntan al sorprendido Abú por Besart; Abú niega que Besart viva ahí, pero en un reflejo nervioso se le escapa una mirada delatora hacia la cortina que da a la trastienda. Airados, los dos americanos entran a la trastienda, y Abú no se atreve a interferir.
El lugar en el que encuentran a Warren Besart es minúsculo, con una cama que pide a gritos sábanas limpias, dos cojines que han visto tiempos mejores y una mesita baja que es pasto de la carcoma. Sin más dilación, los investigadores presionan a Besart para que les cuente lo que sabe. Éste al principio gime y se niega, pero al final se ve obligado a hablar.
Cuando Besart empieza a explicar su historia, su Inglés alterna de preciso a incomprensible, pasándose a veces al Francés o al Árabe coloquial. Otras vez hace una pausa para encender una pipa de la que emana un olor acre, que puede identificarse como una calidad muy baja de hachís. De vez en cuando olvida por completo de qué estaba hablando. Hacia el final del relato empieza a sudar a chorros pero su voz suena extrañamente desprovista de emoción, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo hace tiempo.
Un abogado contrató a Besart como agente de compras de Carlyle, que le fue presentado como un multimillonario americano. Siguiendo instrucciones enviadas por escrito por Carlyle, Besart adquirió ciertos artefactos a Faraz Najir, sacándolos ilegalmente de Egipto para enviarlos a Sir Aubrey Penhew en Londres. Él sabía que los artefactos eran antiguos pero ignoraba su poder o su significado.
Cuando la expedición Carlyle llegó a Egipto, Besart se encargó de conseguir el equipo y los permisos necesarios. Su objetivo principal estaba en Dhashur, a unos 34 Km. de El Cairo, Nilo arriba, en la zona de la Pirámide Torcida.
Un día, ya en Dhashur, Jack Brady fue a ver a Besart y le dijo que Carlyle, Hypatia Masters, Sir Aubrey y el doctor Huston habían entrado en la Pirámide Torcida y habían desaparecido. Brady estaba muy excitado y sospechaba algo raro porque los trabajadores habían huido del lugar, quedando los trabajos interrumpidos.
"A la mañana siguiente volvieron a aparecer Carlyle y los demás. Estaban muy excitados a causa de algún hallazgo de tremenda importancia, pero no hicieron ningún comentario ni pusieron nada por escrito porque Sir Aubrey era muy estricto con el secreto de las excavaciones. Todos ellos parecían haber cambiado de alguna forma inexplicable, y no a mejor, por lo que no me atreví a hacer más preguntas."
"Esa noche, una anciana egipcia vino a verme y me dijo que su hijo, que era uno de los trabajadores que huyeron, lo había hecho porque Carlyle y los demás habían entablado relación con un ser antiguo y maléfico, el Mensajero del Viento Negro. Dijo poder reconocer que las almas de todos los europeos excepto yo mismo y Jack Brady estaban perdidas pero que si quería pruebas fuera a la Pirámide Derruida en Meidum la noche antes de la luna nueva. Y yo... ¡Dios me ayude! ¡Yo fui!"
"Me llevé uno de los camiones, aparentando que iba a El Cairo de juerga pero en cambio me dirigí a Meidum, que está a 35 Km. al Sur y me escondí donde ella me dijo. Allí, a medianoche, pude ver a Carlyle y a los otros entregándose a obscenos rituales junto a un centenar de otros desequilibrados. El desierto pareció cobrar vida, arrastrándose y ondulando hacia las ruinas de la pirámide.
Horrorizado, ¡pude ver como las propias piedras se convertían en un ser esquelético de ojos saltones!" Extrañas criaturas empezaron a salir de la arena y a coger por el cuello a los bailarines, desgarrándoselo, hasta que sólo quedaron en pie los europeos y otro celebrante, revestido de un manto."
"Algo más surgió de la arena, del tamaño de un elefante pero con cinco cabezas peludas. De repente, me di cuenta de lo que era, ¡pero no podía dar crédito a mis ojos! Lo vi alzarse y de un solo bocado devorar a la vez los cuerpos destrozados y a sus horrendos asesinos, con lo que sólo quedaron vivas cinco personas entre el hedor de la arena cubierta de sangre."
"Me desmayé. Al recuperarme empecé a vagar por el desierto, donde me aguardaban nuevos horrores. Tras ascender tropezando por una loma poco antes del amanecer vi más allá ¡centenares de esfinges negras alineadas ordenadamente, esperando la hora de la locura en que se alzarán para devorar el mundo! Me volví a desmayar y esta vez abandoné el mundo durante varios meses."
"Un hombre me encontró y durante dos años él y su madre me cuidaron hasta que pude volver a El Cairo. ¡Pero entonces empecé a soñar! Ahora sólo el hachís o el opio (si encuentro) pueden ayudarme. Ahora vuelvo a estar bajo de reservas y mi vida es intolerable sin la droga. Caballeros, ¿querrán Vds. ayudarme? Sólo las drogas fuertes me mantienen apartado de la locura. ¡Todo está perdido señores, todo está perdido! No hay esperanza para ninguno de nosotros. Ellos aguardan por todas partes. ¿Nadie quiere probar un poco?"
Los investigadores le dan algo de dinero al pobre diablo, quien les dice que la mujer que le habló acerca de la ceremonia nocturna se llama Nyiti y su hijo, Umba. Ambos viven en El Wasta, un pueblo del Nilo al Sur de Meidum, al que pueden llegar fácilmente en su coche de alquiler.
(N. del G.: Besart es otro punto al que la Hermandad ha sido guiada por los investigadores.)
Los investigadores encuentran al antiguo agente de Carlyle preguntando en la embajada de Francia. Se les informa de que reside en una tienda que tiene la puerta roja y que se encuentra en la calle de los Escorpiones, en Darb el Ahmar (N. del G.: “el callejón rojo”), un bazar que forma parte del casco antiguo y que sigue aproximadamente la dirección de la sharia Muezzdin Allah. Cuando se les pregunta por qué le buscan Curtnert está a punto de meter la pata pero Jasmine ofrece una explicación especialmente convincente y resuelve la situación.
La única puerta roja de la calle de los Escorpiones da a una tienda de ropa, propiedad de un tal Abú Udhreh. Jasmine entra sola en primer lugar, y finge buscar ropa para un supuesto viaje a Europa. Las cosas no le salen muy bien, y acaba, eso sí, con un nuevo vestuario acorde al viaje ficticio. Impacientes, los dos hombres entran por las bravas y preguntan al sorprendido Abú por Besart; Abú niega que Besart viva ahí, pero en un reflejo nervioso se le escapa una mirada delatora hacia la cortina que da a la trastienda. Airados, los dos americanos entran a la trastienda, y Abú no se atreve a interferir.
El lugar en el que encuentran a Warren Besart es minúsculo, con una cama que pide a gritos sábanas limpias, dos cojines que han visto tiempos mejores y una mesita baja que es pasto de la carcoma. Sin más dilación, los investigadores presionan a Besart para que les cuente lo que sabe. Éste al principio gime y se niega, pero al final se ve obligado a hablar.
Warren Besart
Cuando Besart empieza a explicar su historia, su Inglés alterna de preciso a incomprensible, pasándose a veces al Francés o al Árabe coloquial. Otras vez hace una pausa para encender una pipa de la que emana un olor acre, que puede identificarse como una calidad muy baja de hachís. De vez en cuando olvida por completo de qué estaba hablando. Hacia el final del relato empieza a sudar a chorros pero su voz suena extrañamente desprovista de emoción, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo hace tiempo.
Un abogado contrató a Besart como agente de compras de Carlyle, que le fue presentado como un multimillonario americano. Siguiendo instrucciones enviadas por escrito por Carlyle, Besart adquirió ciertos artefactos a Faraz Najir, sacándolos ilegalmente de Egipto para enviarlos a Sir Aubrey Penhew en Londres. Él sabía que los artefactos eran antiguos pero ignoraba su poder o su significado.
Cuando la expedición Carlyle llegó a Egipto, Besart se encargó de conseguir el equipo y los permisos necesarios. Su objetivo principal estaba en Dhashur, a unos 34 Km. de El Cairo, Nilo arriba, en la zona de la Pirámide Torcida.
Un día, ya en Dhashur, Jack Brady fue a ver a Besart y le dijo que Carlyle, Hypatia Masters, Sir Aubrey y el doctor Huston habían entrado en la Pirámide Torcida y habían desaparecido. Brady estaba muy excitado y sospechaba algo raro porque los trabajadores habían huido del lugar, quedando los trabajos interrumpidos.
"A la mañana siguiente volvieron a aparecer Carlyle y los demás. Estaban muy excitados a causa de algún hallazgo de tremenda importancia, pero no hicieron ningún comentario ni pusieron nada por escrito porque Sir Aubrey era muy estricto con el secreto de las excavaciones. Todos ellos parecían haber cambiado de alguna forma inexplicable, y no a mejor, por lo que no me atreví a hacer más preguntas."
"Esa noche, una anciana egipcia vino a verme y me dijo que su hijo, que era uno de los trabajadores que huyeron, lo había hecho porque Carlyle y los demás habían entablado relación con un ser antiguo y maléfico, el Mensajero del Viento Negro. Dijo poder reconocer que las almas de todos los europeos excepto yo mismo y Jack Brady estaban perdidas pero que si quería pruebas fuera a la Pirámide Derruida en Meidum la noche antes de la luna nueva. Y yo... ¡Dios me ayude! ¡Yo fui!"
"Me llevé uno de los camiones, aparentando que iba a El Cairo de juerga pero en cambio me dirigí a Meidum, que está a 35 Km. al Sur y me escondí donde ella me dijo. Allí, a medianoche, pude ver a Carlyle y a los otros entregándose a obscenos rituales junto a un centenar de otros desequilibrados. El desierto pareció cobrar vida, arrastrándose y ondulando hacia las ruinas de la pirámide.
Horrorizado, ¡pude ver como las propias piedras se convertían en un ser esquelético de ojos saltones!" Extrañas criaturas empezaron a salir de la arena y a coger por el cuello a los bailarines, desgarrándoselo, hasta que sólo quedaron en pie los europeos y otro celebrante, revestido de un manto."
"Algo más surgió de la arena, del tamaño de un elefante pero con cinco cabezas peludas. De repente, me di cuenta de lo que era, ¡pero no podía dar crédito a mis ojos! Lo vi alzarse y de un solo bocado devorar a la vez los cuerpos destrozados y a sus horrendos asesinos, con lo que sólo quedaron vivas cinco personas entre el hedor de la arena cubierta de sangre."
"Me desmayé. Al recuperarme empecé a vagar por el desierto, donde me aguardaban nuevos horrores. Tras ascender tropezando por una loma poco antes del amanecer vi más allá ¡centenares de esfinges negras alineadas ordenadamente, esperando la hora de la locura en que se alzarán para devorar el mundo! Me volví a desmayar y esta vez abandoné el mundo durante varios meses."
"Un hombre me encontró y durante dos años él y su madre me cuidaron hasta que pude volver a El Cairo. ¡Pero entonces empecé a soñar! Ahora sólo el hachís o el opio (si encuentro) pueden ayudarme. Ahora vuelvo a estar bajo de reservas y mi vida es intolerable sin la droga. Caballeros, ¿querrán Vds. ayudarme? Sólo las drogas fuertes me mantienen apartado de la locura. ¡Todo está perdido señores, todo está perdido! No hay esperanza para ninguno de nosotros. Ellos aguardan por todas partes. ¿Nadie quiere probar un poco?"
Los investigadores le dan algo de dinero al pobre diablo, quien les dice que la mujer que le habló acerca de la ceremonia nocturna se llama Nyiti y su hijo, Umba. Ambos viven en El Wasta, un pueblo del Nilo al Sur de Meidum, al que pueden llegar fácilmente en su coche de alquiler.
(N. del G.: Besart es otro punto al que la Hermandad ha sido guiada por los investigadores.)
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