LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 2.19

DEPORTACIÓN

Lvis (3).....................Alan Smith................Anarquista
Dani (1)....................Herbert Stockton........Historiador


Tras el registro del Yard en sus habitaciones de hotel, y a partir de sus declaraciones, las conclusiones son las siguientes:

- Francoise Moller es sólo encontrado culpable de allanamiento de morada y cómplice de los otros, por lo que debe pagar una multa exorbitante (que le cuesta buena parte de sus ahorros) y hacer durante varios días trabajos comunitarios en Londres.

- Alan Smith además de ser encontrado culpable de allanamiento, tenía en la habitación armas de fuego y explosivos, todos ellos ilegales, y se le imputan la mayoría de los daños provocados en la Fundación. Deberá ser deportado para su juicio en EE.UU.

- Herbert Stockton, además de allanamiento, tenía en la habitación los libros de los cuales Gavigan había denunciado su desaparición, por lo que se le acusa de robo. Además, es el que proporcionó a Smith las sustancias químicas para acometer los destrozos en la Fundación. Deberá ser deportado para su juicio en EE.UU.

Así, mientras que Moller queda fuera de la investigación temporalmente, Smith y Stockton son deportados a EE.UU. en un mercante, como en el caso de Josefina Pérez. (N. del G.: también como en su caso, Gavigan tiene una sorpresa para ellos).
En una situación similar a la de Pérez, Allan y Herbert son encerrados, en camarotes adyacentes, en el castillo de popa. Tras un par de días de navegación, la influencia de Gavigan se deja sentir.

La noche está despejada, y el cielo nocturno cubierto de estrellas. Pero una monstruosa silueta, un gusano alado, las va tapando en su trayectoria hacia el mercante. Irremediablemente, el horror alado se deja sentir en cubierta; la tripulación, presa del pánico, es destruida metódicamente y sin conmiseración. Herbert Stockton aporrea las puertas del camarote como un loco intentando escapar como sea. Allan Smith se acurruca en un rincón del suyo, temblando.
Algún disparo se oye de vez en cuando, pero es inútil. La Cosa es demasiado poderosa para que le dañen las miserables armas humanas. Una vez ha acabado en la proa, escarba desde la cubierta del barco en busca de humanos escondidos en las salas de máquinas. Cuando se da por satisfecho se dirige a la popa, en donde Stockton aún sigue aporreando las paredes de su camarote, desesperado.
El Ser arranca con un gesto poderoso la maciza puerta de acero como si fuera una capa de piel de cebolla y la arroja al interior del camarote con un impulso titánico. La fuerza es tal que la puerta atraviesa la pared de acero del fondo del camarote y se queda allí clavada, como un cuchillo en una tarta. Stockton, increíblemente, se las apaña para no ser arrollado por la puerta y escapar a la cubierta del barco. Pero el Ser es demasiado rápido. En un sólo movimiento, arranca el tronco superior del cuerpo de Stockton tan limpiamente que sus piernas aún dan un par de pasos antes de enterarse de que pertenecen a un cadáver.
Cuando la puerta atraviesa la pared de su camarote, Allan aprovecha para escapar por el agujero hacia el camarote de Stockton, y desde allí a la cubierta. En sentido contrario hacia donde está el monstruo, Allan vuela hasta la escotilla más próxima. El Ser se da cuenta de su presencia, y con trozos de Stockton aún goteando de su boca va a por el último humano vivo en el barco. Por los pelos, Allan Smith desciende fuera del alcance de la furiosa embestida de la Cosa, que se hunde más y más en la cubierta en busca de su presa. Allan se las apaña para abrirse paso entre los escombros y llegar a la zona de la caldera, que está destrozada. Aprovechando sus conocimientos sobre explosivos, le prepara a ese Horror un regalito de despedida, y salta por un boquete hacia el mar.
Se puede alejar lo suficientemente rápido como para que la explosión no le alcance. El Ser, que seguía el rastro de Allan en el barco, se encuentra justo en el epicentro de la explosión de la caldera. Al límite de sus fuerzas, Allan nada fuera del radio de succión del mercante en su hundimiento, y se aferra a un madero que flota en el océano. Observa como lo que queda del Ser y el mercante se hunden juntos en lo profundo antes de perder el conocimiento.

Cuando despierta se encuentra en la cubierta de otro barco, en donde la tripulación acaba de reanimarle. Le cuentan que le han encontrado flotando en el océano aferrado a un madero, y que van rumbo a Londres en donde podrán atenderle como es debido en el hospital (N. del G.: afortunadamente para él, Gavigan le da por muerto, como a Stockton).



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