LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 1a2.01
12 DE FEBRERO, POR LA MAÑANA
Miguel Ángel (1).....Josefina Pérez...........Ocultista
Adrián (1)..............Sofía Wells (Srta.).....Parapsicóloga (amiga de Jackson Elías)
Lvis (2)..................Richmond Burke.......Político
Dani (1).................Herbert Stockton.......Historiador
El gigantesco Mauritania está atracado en el puerto de Nueva York, empequeñeciendo a los demás transatlánticos surtos junto a él. La naviera Cunard ha cargado ya el equipaje del grupo y reservado sus camarotes. Todos los detalles han sido previstos y todo está a punto para que su tiempo a bordo sea placentero y distraído.
Los investigadores se abren paso por entre la enorme multitud de amigos y familiares que han venido a despedir a los otros viajeros, o de curiosos venidos a contemplar la enorme nave, y se acercan a la escala. Al pie de la misma, un joven muy educado comprueba las tarjetas de embarque. Hacen cola tras otros pasajeros que esperan subir, felices de viajar en primera en tan lujoso navío.
Un poco por delante del grupo, un caballero soberbiamente vestido sube por la escala, protegido por media docena de gorilas de aspecto brutal. Nadie se acerca a menos de un metro del dignatario, altivo y distante. Uno de los guardaespaldas se adelanta un poco y exhibe un puñado de billetes de primera, mientras que el resto del grupo pasa sin detenerse.
Les sigue un hombre bajito y con forma de pera. Rebuscando en sus bolsillos en busca del billete, se le caen los libros que lleva bajo el brazo, y también las gafas. El empleado recoge los libros mientras el hombrecillo sigue buscando por entre sus ropas. Ah, ya lo ha encontrado. La cola avanza.
Por allí desfilan los ricos, los que querrían serlo, tenderos que hacen su primer crucero de lujo, pobres, todos ellos llenan a rebosar las escalas. Un sacerdote, con la cabeza humildemente inclinada, espera para embarcar. Su sotana parece algo arrugada, necesita un afeitado y ciertamente un corte de pelo. ¿Qué orden será ésta que permite ir tan desarreglados a sus sacerdotes?
Llega el turno de los investigadores. El amable empleado coge sus pasajes de primera y les dice que un camarero les indicará el camino hasta sus camarotes. Durante seis días en altamar, gozarán de todas las comodidades que este gran navío les ofrece, para luego continuar sus aventuras en Inglaterra.
Miguel Ángel (1).....Josefina Pérez...........Ocultista
Adrián (1)..............Sofía Wells (Srta.).....Parapsicóloga (amiga de Jackson Elías)
Lvis (2)..................Richmond Burke.......Político
Dani (1).................Herbert Stockton.......Historiador
El gigantesco Mauritania está atracado en el puerto de Nueva York, empequeñeciendo a los demás transatlánticos surtos junto a él. La naviera Cunard ha cargado ya el equipaje del grupo y reservado sus camarotes. Todos los detalles han sido previstos y todo está a punto para que su tiempo a bordo sea placentero y distraído.
Los investigadores se abren paso por entre la enorme multitud de amigos y familiares que han venido a despedir a los otros viajeros, o de curiosos venidos a contemplar la enorme nave, y se acercan a la escala. Al pie de la misma, un joven muy educado comprueba las tarjetas de embarque. Hacen cola tras otros pasajeros que esperan subir, felices de viajar en primera en tan lujoso navío.
Un poco por delante del grupo, un caballero soberbiamente vestido sube por la escala, protegido por media docena de gorilas de aspecto brutal. Nadie se acerca a menos de un metro del dignatario, altivo y distante. Uno de los guardaespaldas se adelanta un poco y exhibe un puñado de billetes de primera, mientras que el resto del grupo pasa sin detenerse.
Les sigue un hombre bajito y con forma de pera. Rebuscando en sus bolsillos en busca del billete, se le caen los libros que lleva bajo el brazo, y también las gafas. El empleado recoge los libros mientras el hombrecillo sigue buscando por entre sus ropas. Ah, ya lo ha encontrado. La cola avanza.
Por allí desfilan los ricos, los que querrían serlo, tenderos que hacen su primer crucero de lujo, pobres, todos ellos llenan a rebosar las escalas. Un sacerdote, con la cabeza humildemente inclinada, espera para embarcar. Su sotana parece algo arrugada, necesita un afeitado y ciertamente un corte de pelo. ¿Qué orden será ésta que permite ir tan desarreglados a sus sacerdotes?
Llega el turno de los investigadores. El amable empleado coge sus pasajes de primera y les dice que un camarero les indicará el camino hasta sus camarotes. Durante seis días en altamar, gozarán de todas las comodidades que este gran navío les ofrece, para luego continuar sus aventuras en Inglaterra.
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