LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP - CC- 5.10

LA CIUDAD BAJO LA ARENA

Miguel Ángel (4).......Collin Ford...................Peón y conductor de camión
Dani (6)..................James Broderick............Peón y conductor de camión
Migu3l (4)...............Frank Donahew.............Arqueólogo del Museo Egipcio de El Cairo
Lvis (6)...................Steve Donahew............Antropólogo del Museo Egipcio de El Cairo y profesor de Universidad


Finalmente, el grupo se despide del clan del Chico del Poder y desciende por las cuerdas. La primera impresión que reciben es de frío. A esta profundidad, la tierra tiene una temperatura constante de 14°C. Lo segundo que impresiona es el silencio y una quietud más allá de la vida y de la muerte. Ninguna tumba ha existido durante tanto tiempo, ni tampoco ha contenido los tesoros que aquí se encuentran. A lo lejos hay vastas cámaras, polvo abundante y el brillo de sus linternas se aleja en la impenetrable oscuridad. La impresión que más permanece es la de una oscuridad eterna.
En su mayor parte, el camino está expedito y sin escombros. La capa de polvo en el suelo es extremadamente gruesa, excepto en los lugares en que esas extrañas huellas aparecen de repente. Los pies de los personajes hacen un ruido apagado al dar contra el suelo y un fino polvo comienza a acumularse sobre sus ropas, manos y cara. Es tal la oscuridad, que los personajes casi no pueden ver nada de la extensión que la ciudad ocupa.
La ciudad no fue construida bajo tierra, a pesar de que muchas de las calles importantes fuesen internas y no estuvieran expuestas en absoluto a la intemperie. Sus niveles superiores fueron destruidos, quizás por el paso del tiempo. Poco a poco, el polvo y las arenas de los siglos lo cubrieron todo, pero los niveles inferiores siguen en pie y están casi intactos, a pesar de los derrumbamientos y de la arena que se mete por todas partes.
Hay grandes rampas que conectan entre sí los edificios y las estructuras de la ciudad; estas rampas, muy anchas, están cubiertas de mosaicos formados por piedras octogonales. Junto a ellas, las paredes y la tierra que ha caído forman corredores que antes no existían. Las rampas se inclinan de forma bastante extraña.
Los edificios tienen unas puertas muy pesadas, que dan a un laberinto de habitaciones. Las habitaciones carecen de vida, aunque la presencia de sus antiguos habitantes se hace patente mediante extraños y gigantescos muebles, objetos y obras de arte.
Las distancias y los tamaños de las cosas son más gigantescas que cualquier otra cosa que los personajes hayan podido ver en su vida. En la mayoría de las estructuras se han tallado unos símbolos curvilíneos. En algunos lugares los escombros bloquean el camino. La oscuridad y el silencio parecen no tener fin y que en este lugar reina una penetrante sensación de que los expedicionarios no son de aquí. ¿Quién sabe lo que antaño ocurrió aquí? ¿Quién sabe lo que aún puede vivir en este lugar?


En la ciudad bajo la arena

Durante la mayor parte del camino, no es difícil seguir con la brújula la dirección indicada por el brazo del Chico del Poder. En un momento crucial de su viaje, los personajes se encuentran con un profundo pozo de unos dos metros cuadrados que bloquea por completo el camino. Las linternas no consiguen hacer que se vea el fondo. No hay manera de rodearlo, aunque hace años era posible hacerlo por medio de rampas ahora destruidas y pasadizos actualmente derrumbados. El abismo tiene forma cuadrada y sus bordes son regulares, lo que demuestra claramente que es de origen artificial.
En el lado de la trampilla en que se encuentra el grupo, hay una especie de gran arcón poco profundo, aproximadamente del mismo tamaño que la boca del pozo. Después de examinar durante unos minutos los grandes goznes que están en el lado del arcón que da al pozo y los trabajados cerrojos del lado opuesto, llegan a la conclusión de que este arcón es en realidad una tapadera que se puede hacer girar sobre el abismo y luego cerrar por medio de los cerrojos, para formar así una especie de puente sobre el pozo. Necesitan la fuerza combinada de todos ellos para mover la tapadera. Recordando el consejo del Chico del Poder sobre “cerrar la caja” reúnen todos sus esfuerzos para girar la tapa y colocarla en su sitio, que cae con un ruidosísimo estampido. Tras este ruido, empizan a escuchar un extraño silbido que parece muy lejano y originarse muy por debajo de ellos, pero que se va acercando a toda velocidad. Tardan unos pocos minu¬tos en hacer correr todos los cerrojos, que son pesados y de gran tamaño y han sido construidos para manos y mentes no humanas. Justo a tiempo, porque cuando acaban oyen unos golpes espantosos y unos ruidos de aspiración que provienen del otro lado de la tapa del pozo.
Más allá de este punto vislumbran a pocos kilómetros de distancia de una luz, y se dirigen directamente hacia ella, para lo que giran un poco más hacia el Oeste; mientras se acercan, también pueden oír el ruido producido por un generador de gasolina, igual que el que se escuchaba en las proximidades de las coordenadas de MacWhirr, donde estaba el campamento de los sectarios.


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