LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 4.07

JOHNSTONE KENYATTA

Miguel Ángel (3).......James Curtnert.......Cazador
Pablo (1).................Jason Dallas...........Mercenario
Lvis (5)...................Edward Moore.........Misionero


N. del G.: A Johnstone (que es negro) se le menciona en las notas de Jackson Elías. Sam Mariga le conoce, así como la Sra. Smythe-Forbes. Roger Corydon, el capitán Montgomery y la mayoría de los blancos de Nairobi, si bien las referencias que unos y otros pueden dar de él varían sustancialmente. Sus enemigos afirman que es un agitador, y en otras ocasiones le acusan de charlatán y de hechicero tribal (su abuelo sí que lo era). Mencionan repetidamente su conexión con la magia. Vive en el barrio de los negros, en la calle Mariana aunque la mayor parte del tiempo se le puede encontrar en las oficinas de la Asociación Central Kikuyu, una organización de negros dedicada a obtener representación nativa en el gobierno colonial. Los blancos opinan de él, casi unánimemente, que es un provocador; casi todo el mundo en el barrio de los negros, sea Kikuyu o no, puede indicar a los investigadores dónde encontrar las oficinas de la ACK, presidida por el carismático Johnstone.
Johnstone Kenyatta (hasta 1920 Johnstone Kamau y a finales de los 30 Jomo Kenyatta) no sólo es de gran ayuda para los investigadores sino que también presenta la oportunidad de encontrarse con una figura mundialmente famosa antes de que lo fuera. Kenyatta dirigirá el proceso de independencia de Kenia y será su primer presidente. En 1952 los británicos le acusan de dirigir la campaña de terror de los Mau Mau pero en realidad nosotros sabemos que la responsable es la secta de la Lengua Sangrienta, y por tanto se trata de otro horror perpetrado por Nyarlathotep y los Otros Dioses.

Nails guía a los investigadores a la sede de la ACK. Normalmente ni los blancos ni los `morenos' suelen acercarse por el local de la ACK; Kenyatta está allí y se da cuenta de inmediato de la llegada de los investigadores. Cuando mencionan a Jackson Elías, se los mira pensativamente y les indica que pasen a una habitación adyacente "donde se puede hablar con más tranquilidad, caballeros." Su Inglés es excelente. En ese preciso instante los investigadores despiden al sorprendido Nails, dando sus servicios por concluidos.

Johnstone Kenyatta

Una vez en la otra habitación, escucha la historia de los investigadores con atención, evitando sus preguntas hasta haber comprendido el alcance de la misión de éstos en detalle, para luego afirmar: "Esas antiguas costumbres son crueles y mi conocimiento de ellas bastante imperfecto. Hace más de veinte años que abandoné mi hogar donde había oído tales historias a mi abuelo que era un gran murogi, o adivinador. He tratado de dejar atrás ese mundo para entrar en el vuestro y no deja de ser irónico que mientras yo intento acercarme a vuestra herencia cultural vosotros os acerquéis a la mía."
Reflexiona durante un rato y luego continúa: "No consigo comprender gran parte de lo que me explicáis, e incluso hay partes que encuentro difíciles de creer pero percibo algo sobre vuestro grupo; quizá tenga yo trazas del poder de mi abuelo. Si queréis, puedo indicaros dónde hallar a un hombre que quizá os pueda ayudar; no le hablé de él a Jackson Elias porque me pareció que ya estaba condenado y no podía cargar a mi amigo con semejante peso. Sin embargo, vuestros destinos no están acabados; aún os quedan grandes victorias por conseguir o quizá fracasos terribles por experimentar."
Cuando los investigadores acceden a lo propuesto, Kenyatta sale unos minutos y a la vuelta les dice: "Un amigo os espera junto a la puerta. Debéis seguirle de lejos y él se asegurará de que no le perdáis. Si se para y espera, vosotros debéis hacer lo propio. La puerta en la que entre estará pintada de amarillo; entrad también vosotros por ella, rápidamente y sin temor. Me alegro de haberos conocido." Se despide estrechando la mano de cada investigador.
Junto a la puerta aguarda un negro alto, vestido con camisa y pantalones blancos quien, al verles salir, les sonríe y echa a andar. El paseo por el barrio negro no reporta incidentes. Curtnert se da cuenta de que el guía, a la vez que les lleva, vigila por si alguien les sigue. ¿Dónde se dirigirán?

Esta parte de Nairobi es pobre pero las gentes están alegres y no han perdido aún las esperanzas. La mayoría de las viviendas son cabañas de una sola habitación, de paredes de barro con techos de hierbas y hojas. De vez en cuando, la vivienda de algún habitante más próspero (invariablemente más grande) contrasta fuertemente con las demás. La prosperidad se juzga sobre todo por lo bien que protege del agua el techo: los techos de tablas, tejas o amalgamas de cajas de embalaje y planchas de metal alisadas a golpe de martillo confieren un estatus superior a los de hojas y hierbas.
Cuando los investigadores atraviesan la puerta amarilla se encuentran en una pequeña cabaña, junto a un Rolls Royce amarillo bien conservado. Su guía les abre la puerta y les hace señas de que entren. Al cabo de unos minutos están botando por un camino de tierra a unos kilómetros de Nairobi, asustando bicicletas y carros a su paso y dejando atrás una nube de polvo. Su destino es Boyovu, una aldea cercana donde vive el viejo Bundari, uno de los magos tribales más poderosos y respetados de África Oriental. (N. del G.: Sin los contactos adecuados, es dudoso que los investigadores hubieran llegado siquiera a enterarse de la existencia de Bundari. Incluso a través de Kenyatta, deberán pasar el escrutinio del ayudante de Bundari, Okomu).
Una vez llegados al exterior del círculo de cabañas, el guía para el coche y se baja pero les hace señal de esperar en él. Habla un rato y en tonos persuasivos con Okomu, que es un joven de aspecto delicado. En el coche hace calor. Pronto los niños del poblado se arraciman alrededor del vehículo, educados pero curiosos. Cuando los investigadores saludan o hablan, los niños cuchichean y ríen.
Por último, el guía les presenta (en un Inglés algo entrecortado) a Okomu. A pesar de que este último habla muy bien el Inglés, es irritantemente rudo, presiona constantemente a los investigadores en busca de detalles, razones y motivos para sus actividades para después mostrar su desagrado con las respuestas que recibe. Se muestra especialmente desagradable con Moore, quien además de ser blanco y misionero cristiano, le cae mal desde el principio; deberán marcharse y volver otro día.

Okomu


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