LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 1.04
JONAS KENSINGTON
Miguel Ángel (1).....Josefina Pérez...........Ocultista
Adrián (1)..............Sofía Wells (Srta.).....Parapsicóloga (amiga de Jackson Elías)
Dani (1).................Herbert Stockton.......Historiador
Jonas, de 48 años, es el propietario y editor de “Próspero Press”, una editorial especializada en temas de fantasía y ocultismo, tanto de ficción como reales. Este modesto negocio no está dedicado a la producción de súper-éxitos, sino a la de libros que merecen ser publicados por su interés para un público selecto, tanto actual como de generaciones venideras. Kensington era amigo de Elías, había editado todos sus libros, y está encantado de hablar con los investigadores ya que investigan (valga la redundancia) su muerte.
Jonas Kensington
Cree que la policía está (por una vez) en lo cierto, y que la muerte de Elías es un asesinato ritual. Las sectas de asesinos era un tema en el que Elías estaba muy metido y Kensington es de la opinión de que o bien algún antiguo enemigo acabó con la vida del valiente autor o bien su último proyecto era más serio y peligroso de los que él creía. Al parecer, estaba convencido de que no todos los miembros europeos de la expedición Carlyle murieron. Al pedirle más información, hace sacar del archivo la carpeta de Elías y lee de allí la siguiente carta:
“Apreciado Jonas:
¡Grandes noticias! Existe la posibilidad de que no todos los miembros de la Expedición Carlyle murieran. Tengo una pista. Aunque las autoridades de por aquí se niegan a considerar el tema de la secta, los nativos dicen lo contrario. ¡No te puedes imaginar lo que cuentan! Te envío algunas notas de lo más jugoso. ¡Con esto nos forramos!
Saludos sangrientos de J.
P.D. Necesitaré un anticipo para seguir este rastro. Más detalles en otro momento.”
Después de esto Kensington recibió un telegrama desde Hong Kong en el que se le pedía un anticipo (que le fue enviado inmediatamente) y estas notas:
Éstas son las primeras notas recibidas por Jonas desde Nairobi, por correo. Están razonablemente bien organizadas y parecen completas en su mayor parte, salvo por la ausencia de conclusiones, conexiones y temas claramente definidos. La letra es firme y clara.
El primer juego de notas de Nairobi describe los departamentos, funcionarios y tribus visitados por Elías, en busca de material que hiciera referencia a sectas y a rituales sectarios. No se descubrió nada concluyente pero Elías descarta la versión oficial de la masacre Carlyle.
El segundo describe su viaje hasta el lugar de la masacre. Señala particularmente que el terreno es completamente yermo y que las tribus de la región evitan esa zona afirmando que está maldita por el Dios del Viento Negro, cuyo hogar se encuentra en la cima de la montaña.
El tercero es una entrevista con un nativo llamado Johnstone Kenyatta, quien afirma que los asesinatos Carlyle podrían haber sido realizados por la secta de la Lengua Sangrienta. Se dice que dicha secta vive en la montaña y que su suma sacerdotisa forma parte de la Montaña del Viento Negro. Elías se muestra educadamente escéptico pero Kenyatta insiste en lo dicho. En una serie de anotaciones Elías señala que las tribus de la zona odian y temen a la Lengua Sangrienta, que la magia tribal no ofrece protección y que el dios de dicho culto no es africano.
El cuarto es una profundización en lo expuesto en la entrevista de Kenyatta. Elías confirma a partir de diversas fuentes que la Lengua Sangrienta existe, aunque no le es posible encontrar evidencias de primera mano. Los relatos sobre la secta mencionan el robo de niños para ser sacrificados. También se dice que grandes criaturas aladas descienden de la Montaña del Viento Negro para arrebatar personas. La secta adora a un dios desconocido por los folkloristas, y que no encaja con ninguna tradición africana. Hay un apunte que señala: “Sam Mariga, rr-sta”.
El quinto es una sola hoja en la que Elías anota que hay que examinar cuidadosamente la parte cairota del itinerario de la expedición. Está convencido de que la razón que les impulsó a desviarse a Kenia se encuentra en el Nilo.
El sexto es una entrevista con el teniente Mark Selkirk, quien estaba al mando del grupo de rescate que encontró los cadáveres de la expedición. Selkirk vive en Kenia desde la Gran Guerra y menciona que los cuerpos estaban extraordinariamente bien conservados para el tiempo que había transcurrido desde la muerte, “como si la mismísima putrefacción no se atreviera a acercarse a ese lugar”. En segundo lugar, los porteadores habían sido despedazados, como por un animal salvaje, pero no se imagina qué tipo de animal pudo haberlo hecho. La palabra que emplea es “inimaginable”. Está de acuerdo en que los Nandi pueden haber tenido algo que ver en el asunto, pero sospecha que las pruebas en su contra pueden haber sido amañadas comentando, “no sería la primera vez”. Finalmente, confirma que entre los cadáveres no había el de ningún europeo, sino que en la yerma llanura sólo se encontraron los cuerpos de los porteadores nativos.
El séptimo es otra hoja suelta. Elías se encontró con “Nails” Nelson en el bar Victoria de Nairobi (este último había estado trabajando como mercenario para los italianos en la frontera entre Somalia y Abisinia, y desertó a Kenia tras traicionar a sus patrones) quien afirmaba haber visto a Jack Brady con vida en Marzo de 1923 en Hong Kong, es decir, hacía menos de dos años. Brady se mostró amable aunque precavido y poco charlatán, reteniéndose Nelson de preguntarle demasiado. Este indicio permite a Elías suponer que otros miembros de la expedición pueden estar aún con vida.
El octavo discute una posible estructura para el libro sobre la expedición Carlyle, pero en su mayoría no contiene nada que no se haya mencionado ya, con párrafos que empiezan así: “Cuenta ahora qué sucedió” y “explica por qué”.
Desde entonces Jonas no supo nada de él desde mediados del mes anterior (16 de Diciembre de 1924), en que llamó desde larga distancia oyéndosele muy mal. Estaba muy excitado y se le notaba algo alterado emocionalmente. Dijo que había estado en China, en África por supuesto, y unos pocos días en Londres donde había conseguido sacar bastante material. Dijo que había visto cosas increíbles y se puso a gritar acerca de una conspiración a nivel mundial. Cuando el otro le dijo que se calmara, Elías replicó que no podía permitirse ni un respiro porque existía un calendario y necesitaba encontrar las piezas que faltaban, pero no quiso o no pudo explicar más. Después colgó diciendo que pronto estaría en Nueva York.
Al llegar a Nueva York días más tarde, dejó más notas, pero de una naturaleza tan extraña y exorbitante que Kensington pensó que o bien su amigo se había vuelto loco y necesitaba pasar seis meses en un sanatorio mental, o bien que no se fiaba de nadie y guardaba todos los datos en la mente:
Esta colección de notas es la que alarmó a Jonás Kensington. Las páginas están dobladas y encuadernadas hasta formar un pequeño volumen. Frecuentemente hay una docena de páginas en blanco. A veces una sola palabra se repite continuamente página tras página. La mayor parte de los párrafos están escritos de forma tan agitada que no pueden leerse:
“Muchos nombres, muchas formas, pero todas son la misma y tienen el mismo objetivo... Necesito ayuda ... Demasiado grande, demasiado horrible. Estos sueños... ¿Serán como los de Carlyle? Tengo que comprobar los archivos de ese psicoanalista... ¡Todos ellos sobrevivieron! Abrirán la puerta. ¿Por qué? ... luego el poder y el peligro son reales. Ellos... Muchos indicios comienzan ... Los libros están en la caja fuerte de Carlyle ... Vienen tras de mí. ¿Me protegerá el océano? ¡Ja, ja! No es momento de echarse atrás. Tengo que contarlo y hacer que los lectores lo crean. ¿Tendré que chillarles? Chillemos juntos...”
Kensington afirma que siempre pensó que el trabajo de Elías le exponía a demasiados peligros, pero nunca pudo persuadirle de utilizar métodos de investigación menos personales. Está muy afectado por la muerte de su amigo.
“Apreciado Jonas:
¡Grandes noticias! Existe la posibilidad de que no todos los miembros de la Expedición Carlyle murieran. Tengo una pista. Aunque las autoridades de por aquí se niegan a considerar el tema de la secta, los nativos dicen lo contrario. ¡No te puedes imaginar lo que cuentan! Te envío algunas notas de lo más jugoso. ¡Con esto nos forramos!
Saludos sangrientos de J.
P.D. Necesitaré un anticipo para seguir este rastro. Más detalles en otro momento.”
Después de esto Kensington recibió un telegrama desde Hong Kong en el que se le pedía un anticipo (que le fue enviado inmediatamente) y estas notas:
Éstas son las primeras notas recibidas por Jonas desde Nairobi, por correo. Están razonablemente bien organizadas y parecen completas en su mayor parte, salvo por la ausencia de conclusiones, conexiones y temas claramente definidos. La letra es firme y clara.
El primer juego de notas de Nairobi describe los departamentos, funcionarios y tribus visitados por Elías, en busca de material que hiciera referencia a sectas y a rituales sectarios. No se descubrió nada concluyente pero Elías descarta la versión oficial de la masacre Carlyle.
El segundo describe su viaje hasta el lugar de la masacre. Señala particularmente que el terreno es completamente yermo y que las tribus de la región evitan esa zona afirmando que está maldita por el Dios del Viento Negro, cuyo hogar se encuentra en la cima de la montaña.
El tercero es una entrevista con un nativo llamado Johnstone Kenyatta, quien afirma que los asesinatos Carlyle podrían haber sido realizados por la secta de la Lengua Sangrienta. Se dice que dicha secta vive en la montaña y que su suma sacerdotisa forma parte de la Montaña del Viento Negro. Elías se muestra educadamente escéptico pero Kenyatta insiste en lo dicho. En una serie de anotaciones Elías señala que las tribus de la zona odian y temen a la Lengua Sangrienta, que la magia tribal no ofrece protección y que el dios de dicho culto no es africano.
El cuarto es una profundización en lo expuesto en la entrevista de Kenyatta. Elías confirma a partir de diversas fuentes que la Lengua Sangrienta existe, aunque no le es posible encontrar evidencias de primera mano. Los relatos sobre la secta mencionan el robo de niños para ser sacrificados. También se dice que grandes criaturas aladas descienden de la Montaña del Viento Negro para arrebatar personas. La secta adora a un dios desconocido por los folkloristas, y que no encaja con ninguna tradición africana. Hay un apunte que señala: “Sam Mariga, rr-sta”.
El quinto es una sola hoja en la que Elías anota que hay que examinar cuidadosamente la parte cairota del itinerario de la expedición. Está convencido de que la razón que les impulsó a desviarse a Kenia se encuentra en el Nilo.
El sexto es una entrevista con el teniente Mark Selkirk, quien estaba al mando del grupo de rescate que encontró los cadáveres de la expedición. Selkirk vive en Kenia desde la Gran Guerra y menciona que los cuerpos estaban extraordinariamente bien conservados para el tiempo que había transcurrido desde la muerte, “como si la mismísima putrefacción no se atreviera a acercarse a ese lugar”. En segundo lugar, los porteadores habían sido despedazados, como por un animal salvaje, pero no se imagina qué tipo de animal pudo haberlo hecho. La palabra que emplea es “inimaginable”. Está de acuerdo en que los Nandi pueden haber tenido algo que ver en el asunto, pero sospecha que las pruebas en su contra pueden haber sido amañadas comentando, “no sería la primera vez”. Finalmente, confirma que entre los cadáveres no había el de ningún europeo, sino que en la yerma llanura sólo se encontraron los cuerpos de los porteadores nativos.
El séptimo es otra hoja suelta. Elías se encontró con “Nails” Nelson en el bar Victoria de Nairobi (este último había estado trabajando como mercenario para los italianos en la frontera entre Somalia y Abisinia, y desertó a Kenia tras traicionar a sus patrones) quien afirmaba haber visto a Jack Brady con vida en Marzo de 1923 en Hong Kong, es decir, hacía menos de dos años. Brady se mostró amable aunque precavido y poco charlatán, reteniéndose Nelson de preguntarle demasiado. Este indicio permite a Elías suponer que otros miembros de la expedición pueden estar aún con vida.
El octavo discute una posible estructura para el libro sobre la expedición Carlyle, pero en su mayoría no contiene nada que no se haya mencionado ya, con párrafos que empiezan así: “Cuenta ahora qué sucedió” y “explica por qué”.
Desde entonces Jonas no supo nada de él desde mediados del mes anterior (16 de Diciembre de 1924), en que llamó desde larga distancia oyéndosele muy mal. Estaba muy excitado y se le notaba algo alterado emocionalmente. Dijo que había estado en China, en África por supuesto, y unos pocos días en Londres donde había conseguido sacar bastante material. Dijo que había visto cosas increíbles y se puso a gritar acerca de una conspiración a nivel mundial. Cuando el otro le dijo que se calmara, Elías replicó que no podía permitirse ni un respiro porque existía un calendario y necesitaba encontrar las piezas que faltaban, pero no quiso o no pudo explicar más. Después colgó diciendo que pronto estaría en Nueva York.
Al llegar a Nueva York días más tarde, dejó más notas, pero de una naturaleza tan extraña y exorbitante que Kensington pensó que o bien su amigo se había vuelto loco y necesitaba pasar seis meses en un sanatorio mental, o bien que no se fiaba de nadie y guardaba todos los datos en la mente:
Esta colección de notas es la que alarmó a Jonás Kensington. Las páginas están dobladas y encuadernadas hasta formar un pequeño volumen. Frecuentemente hay una docena de páginas en blanco. A veces una sola palabra se repite continuamente página tras página. La mayor parte de los párrafos están escritos de forma tan agitada que no pueden leerse:
“Muchos nombres, muchas formas, pero todas son la misma y tienen el mismo objetivo... Necesito ayuda ... Demasiado grande, demasiado horrible. Estos sueños... ¿Serán como los de Carlyle? Tengo que comprobar los archivos de ese psicoanalista... ¡Todos ellos sobrevivieron! Abrirán la puerta. ¿Por qué? ... luego el poder y el peligro son reales. Ellos... Muchos indicios comienzan ... Los libros están en la caja fuerte de Carlyle ... Vienen tras de mí. ¿Me protegerá el océano? ¡Ja, ja! No es momento de echarse atrás. Tengo que contarlo y hacer que los lectores lo crean. ¿Tendré que chillarles? Chillemos juntos...”
Kensington afirma que siempre pensó que el trabajo de Elías le exponía a demasiados peligros, pero nunca pudo persuadirle de utilizar métodos de investigación menos personales. Está muy afectado por la muerte de su amigo.
Nota para Guardianes: No lo sabía cuando dirigí la campaña -y me había quedado con la duda hasta ahora-, pero lo de "Sam Mariga rr-sta" es una nota que se les debió pasar por alto cuando hicieron la traducción de la campaña en JOC Internacional. "rr-sta" es abreviatura de railroad station, es decir, "estación de ferrocarril" (Sam Mariga es el jardinero de la estación de tren de Nairobi). Si vas a dirigir la campaña con el libro de JOC, modifica esta nota a "Sam Mariga- est. tren" o algo por el estilo.
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