LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP - CC- 5.11

LAS LÍNEAS DE LUZ

Miguel Ángel (4).......Collin Ford...................Peón y conductor de camión
Dani (6)..................James Broderick............Peón y conductor de camión
Migu3l (4)...............Frank Donahew.............Arqueólogo del Museo Egipcio de El Cairo
Lvis (6)...................Steve Donahew............Antropólogo del Museo Egipcio de El Cairo y profesor de Universidad


Es posible ir en cualquier dirección, pero las luces son una señal irresistible. Además de la gran extensión de la ciudad, las frías piedras que les rodean y las inescrutables funciones que la ciudad cumplía, los personajes se dan cuenta de las numerosas pisadas humanas que recorren los lugares iluminados (tanto en un sentido como en el otro) y de que estas pisadas rara vez se atreven a salir de la luz para adentrarse en esa oscuridad sin fin; este camino va siguiendo la hilera de bombillas eléctricas y en todos los demás lugares la capa de polvo no ha sido alterada. Al parecer, unos cuantos generadores independientes son los encargados de suministrar fluido eléctrico a toda la instalación.

Siguiendo las líneas de luz

Los personajes deciden seguir la línea de luz hacia la izquierda, lo cual les lleva prácticamente hacia el Sur y les aleja del sonido del generador próximo. Tras recorrer unos pocos cientos de metros, llegan a una gran plaza, una enorme cámara de forma octogonal, de techos y paredes sin rasgos característicos, pero con unos suelos que irradian una suave luz de color azul; tiene más o menos 800 metros de diámetro (N. del G.: para hacerte a la idea, durante siglos, el edificio humano de piedra de mayor diámetro ha sido el panteón, con poco más de cuarenta metros, superado en el Renacimiento levemente por la cúpula de S. María del Fiore, en Florencia; con toda la tecnología actual, se han llegado a lograr los 100m. en la cúpula del milenio, en Londres, pero no con piedra, claro).
Impresionados por la escala del lugar, los investigadores atraviesan tan rápido como pueden este espacio sublime hasta la única línea de luz (además de la que les ha atraído hasta aquí) por la que pueden continuar. Ahora van en línea recta hacia el Suroeste. Tras un par de horas, vislumbran a lo lejos una silueta de una persona que se acerca hacia ellos por la línea de luz. Corriendo, se internan en la oscuridad para que no les vea cuando pase. El hombre, al parecer, es alguna clase de encargado de mantenimiento, puesto que va revisando las bombillas que están estropeadas en la línea. Le dejan pasar de largo y siguen en el sentido en el que iban.
Varias horas de caminata más tarde llegan a una intersección con otra línea de luz, que va hacia el Norte. Aunque la línea por la que iban ellos continúa, al recordar la dirección indicada por el Chico del Poder deciden ir por la nueva línea hacia el Norte.
Tras más kilómetros andados, ven a lo lejos otro grupo de personas que se acerca por esta línea. Repitiendo la táctica, corren a esconderse en las sombras. Este grupo parece que va buscando a algo o a alguien; son media docena de aborígenes de la secta guiados por un andrajoso hombre blanco. Los investigadores deducen que es a ellos a quien buscan, y se piensan si atacarles o no; finalmente deciden que es mejor ser discretos y dejarles ir también.
Continuando por la línea de luz, y tras dejar atrás otro generador, llegan horas más tarde a otro espacio abierto increíblemente enorme. La arena ha entrado en la cúpula a través del mismo pasaje abovedado por el que han entrado los personajes y de ella asoman un fémur mordisqueado y parte de un cráneo, ambos humanos.
El espacio tiene unos 700 metros de diámetro y se conserva prácticamente intacto tras cientos de millones de años. Aunque en su mayor parte siga bajo tierra y no pueda ser visto desde el exterior, desde el interior el edificio es un hemisferio perfecto, al que se entra por medio de numerosos pasajes abovedados distribuidos regularmente por toda su base. Una vez dentro, los expedicionarios ven que el fondo está formado por un suelo de piedra gris. En el centro del suelo hay un segundo hemisferio, de 150 metros de diámetro, que vibra y emite una intensa luz de color púrpura que a veces se mueve de tal forma que parece estar viva. Hay instalados unos enormes electrodos de los que salen cables que van desde este hemisferio hasta quién sabe dónde.
A un lado del hemisferio más pequeño hay un bloque de piedra de un metro de altura que claramente no hace mucho que ha sido arrastrado desde el exterior del edificio. Unas manchas oscuras estropean su superficie y cubren todo el suelo que está cerca de él. Cenizas y tizones en el suelo marcan el lugar en donde se encendió una hoguera. Detrás de esta piedra sacrificial hay una horrible estatua de de 8 metros de altura, provista de alas de murciélago; junto a ella y siguiendo el borde del hemisferio de mayor tamaño, hay estatuas más pequeñas de otros seres terribles. (N. del G.: representaciones de algunos Primigenios y Otros Dioses). Todas las estatuas están hechas de piedra, y en conjunto, el montaje es horrible. Junto a la estatua central, detrás y a los lados, hay tres estatuas parecidas a murciélagos, pero más pequeños que la estatua central. Su color es negro, con una forma intermedia entre un sapo y un murciélago; sus alas están sueltas y arrugadas de forma extraña y sus caras carecen de ojos y boca. (N. del G.: Éstos son los tres extraños pájaros sobre los que se rumorea en Australia, que mencionaba MacWhirr en su diario y que los propios personajes pudieron ver cuando iban en tren hacia Cuncudgerie. Aunque parezcan estatuas, son seres vivos. Afortunadamente los personajes abandonan rápidamente el lugar antes de que lleguen a activarse.)
Los investigadores deciden seguir los cables que salen de los electrodos del hemisferio interior, a ver dónde les llevan; por lo pronto, siguen hacia el Norte junto a otra línea de bombillas. Tras unas pocas horas más de caminata, el grupo no puede más y decide acampar junto a la línea de luz; organizan unos turnos de guardia para ver si pueden dormir un poco, pero la atmósfera es tan alienante que la mayoría no puede descansar convenientemente.


Un sectario buscando a los intrusos

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