LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP - CC- 5.09

LAS COORDENADAS DE MACWHIRR

Miguel Ángel (4).......Collin Ford...................Peón y conductor de camión
Dani (6)..................James Broderick............Peón y conductor de camión
Migu3l (4)...............Frank Donahew.............Arqueólogo del Museo Egipcio de El Cairo
Lvis (6)...................Steve Donahew............Antropólogo del Museo Egipcio de El Cairo y profesor de Universidad


Tras las lamentaciones, apartan por fin las rocas y siguen bordeando la escarpadura; de hecho, basta con seguir las huellas de neumáticos, que les conducen directamente hasta las coordenadas reseñadas por MacWhirr. De lejos y con prismáticos, los investigadores contemplan el lugar. La escena es muy parecida a la que se observa en las fotos de MacWhirr, con la excepción de que la superficie de la arena ha sido pisoteada por multitud de pies y neumáticos, y hay gran cantidad de basura de principios del siglo XX tirada por todas partes. En el centro de la zona hay varios camiones ligeros aparcados y en su mayor parte vacíos. Algunas mercancías han sido colocadas bajo un lienzo alquitranado situado junto a un pequeño cobertizo sin paredes. Además, varios aborígenes armados patrullan la zona, obviamente sectarios esperando a los expedicionarios. De ese lugar les llega el característico sonido PUT-put-PUT-put de un generador que está funcionando.




Mientras están decidiendo cómo actuar (pues un asalto a la entrada, estando tan vigilada, es una locura) ven que desde otra dirección, andando tranquilamente por el desierto, se acercan unos aborígenes. Hay dos hombres, tres mujeres y dos niños; es obvio que no forman un grupo de guerreros. Un chico con ojos redondos y muy abiertos es quien les dirige. Frank, que soñó con él, le reconoce como el Chico del Poder.
El Chico del Poder se separa del grupo y se les acerca en solitario. Al igual que el resto de su clan, está desnudo. En su mano derecha tiene una vara de madera pintada, de unos 130 centímetros de altura, más alta que el propio chico. Las asociaciones fálicas de la vara de madera son obvias; Dodge dice que es un rangga, una vara ceremonial que se usa en rituales importantes. El Chico del Poder se sienta cómodamente en la arena caliente y con las dos manos mete un extremo del rangga en la arena. Luego saca la vara de la tierra y del agujero que se ha formado comienza a manar un manantial. Bebe de él y luego permite a los expedicionarios que beban también. Es tan dulce y fresca como el agua de la roca cercana al lugar donde vive Grogan. Una vez todos han dejado de beber, vuelve a meter la vara en el agujero y el manantial desaparece.
En ese momento uno de los hombres se adelanta y se sienta junto al Chico del Poder. Es el único de su clan que habla algo de Pidgin. Su nombre es Bínjudu. Por medio de él, el Chico ofrece enseñar a los expedicionarios una manera rápida de entrar en la ciudad subterránea, diciendo que él nadará por la arena hasta encontrar la ruta más corta. Afirma no querer nada a cambio ya que su madre le ha ordenado que les ayude.
El grupo acepta; entonces el Chico del Poder sonríe y señala a la Luna, que en ese momento comienza a asomarse por el Este y luego señala con su dedo índice al cielo sobre su cabeza. Bínjudu dice que cuando la Luna esté sobre sus cabezas, volverán para enseñar a los amigos blancos a dónde ir.
Los aborígenes se van poco después. Mientras se alejan, ¿? usa los prismáticos para observarles y se da cuenta de que el cuerpo del Chico del Poder parece brillar ligeramente con una luz trémula y que en un instante el niño se ha deslizado por completo en la arena, desapareciendo con tanta suavidad como un pez que saltase al agua.
Seis horas después, cuando la Luna brilla sobre sus cabezas y el aire es frío y despejado, aparecen el Chico del Poder y Bínjudu, que hacen señas a los personajes y luego guían a éstos hacia el desierto, hacia el Este. Bínjudu sugiere a los personajes que todos monten en sus wallabíes de metal (los camiones). Hay que viajar unos seis kilómetros.
(N. del G.: Mientras los investigadores van a lo suyo, Dodge charla animadamente en pidgin con Binduju, quien le cuenta la historia del clan; puesto que ninguno de los investigadores que hay en el camión habla pidgin, no se llegan a enterar de esta historia:
“El Chico del Poder siempre fue distinto de los demás. Sabía todos los secretos del clan antes incluso de que alguien se los contara. Decía que había muerto tres veces y había nacido tres veces antes de que su madre le trajera al mundo. Decía que tenía dos madres, una que le contó nuestras costumbres y la otra que le contó secretos. Podía llamar a las lluvias cuando el más anciano de entre nosotros no podía.”
“Los clanes vecinos decían que, como ayudante de la Gran madre, el Chico del Poder se olvidaría de nosotros y que al final causaría la muerte de nuestro clan y de todos los demás.”
“Para evitar una guerra, abandonamos los pantanos y el mar y caminamos con el Sol sobre nuestro hombro derecho hasta llegar a este lugar grande y estéril. No sabemos por qué hemos venido aquí. Sólo el Chico del Poder lo sabe. A veces comimos bien, pero el viaje fue duro. Teníamos miedo y algunos de nosotros murieron.”
“Cuando no conseguíamos cazar nada, lo cual sucedió muchas veces y cuando las mujeres no encontraban gran cosa por donde caminábamos, lo cual no sucedió muchas veces, el Chico del Poder comenzaba a gritar como si fuese un wallabí o un emú y, si una de estas criaturas estaba cerca, la llamaba para que se acercase a nuestro campamento. Le preguntaba si podríamos comer su carne y prometía que la Gran Madre tendría en gran estima a ese emú o wallabí si hacía ese sacrificio. A veces la criatura se estremecía y se negaba y el Chico del Poder le daba las gracias y la dejaba ir. A veces la criatura bajaba su cuello para que nosotros pudiésemos hacer manar su sangre con facilidad y el Chico del Poder alababa su belleza y su valentía.
“Creemos que esas maravillas son algo natural en el Chico del Poder, que es capaz de muchas y grandes hazañas. Ahora el Chico del Poder dice que pronto debe morir y estamos muy tristes, porque no sabemos si podremos volver a nuestra tierra. Dice que por aquí cerca se encuentra el estanque en donde esperan las almas de nuestros futuros hijos, pero no sabemos si lo podremos encontrar si él muere. Tenemos miedo de que nuestros clanes veci¬nos tengan razón y que todo nuestro clan vaya a morir.”
)
Tras recorrer el corto trayecto llegan al lugar indicado por el Chico del Poder. Una amplia caverna se ha formado en la arena, dejando un agujero de casi 17 metros de diámetro que cae en vertical. El aire que sale de esta nueva entrada es tan rancio y de una mohosa antigüedad tal que pone los pelos de punta a todos los presentes. Alrededor de la apertura en la arena hay grandes huellas frescas (que son como las que había cerca del campamento de Jeremy Grogan). El Chico del Poder dice que las criaturas a las que pertenecen esas huellas son poderosas y que el camino es peligroso. Dice que si los expedicionarios consiguen cerrar la caja en donde viven esas cosas, estarán más seguros.
Sería posible deslizarse o irse dejando caer por los bordes arenosos de la abertura, hasta llegar a una zona más llana a unos 17 metros de profundidad, pero es imposible trepar hasta la superficie subiendo por esos bordes arenosos. Para poder volver hasta la superficie, el grupo decide asegurar una cuerda a uno de los dos camiones. El Chico del Poder dice que los personajes deberán viajar en dirección Noroeste. El ángulo del brazo del Chico del Poder, leído en la brújula, da una lectura de 25 grados Nor-Noroeste a los investigadores más avispados.


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