LAS MASCARAS DE NYARLATHOTEP- CC- 1.06

SILAS N'KWANE

Miguel Ángel (1).....Josefina Pérez...........Ocultista
Adrián (1)..............Sofía Wells (Srta.).....Parapsicóloga (amiga de Jackson Elías)
Dani (1).................Herbert Stockton.......Historiador
Lvis (1)..................John Mahalkovic.......Vagabundo y asesino a sueldo

Un puñado de blancos en Harlem investigando sobre otros blancos: nadie sabe nada, nadie dice nada. Tienen que buscarse la vida por su cuenta.
Gracias a las averiguaciones de Mahalkovic saben que la Casa del Ju-Ju tiene su entrada en un sucio patio interior al que sólo se puede acceder por un callejón. Con habilidad, el grupo se cuela por un edificio adyacente abandonado desde una calle cercana que da también al patio interior; allí ven a un par de negros borrachos tirados en el suelo, y la entrada a la Casa.
Tras observar un rato, se percatan de que los borrachos no lo están, y que en realidad están vigilando quién entra en el callejón desde posiciones estratégicas.
El grupo se decide por un plan de asalto: aprovechando sus dotes ocultistas, Pérez crea una niebla mágica que disminuye la visión de los “borrachos” justo en el momento en que John y Stockton intentan entrar por el callejón a ver qué pueden averiguar. Por otra parte, Wells accede directamente desde el punto de observación hasta la Casa del Ju-Ju. Sin embargo, el ruido alerta a los guardias los cuales entran tras Wells en la tienda, cerrándole el paso. Wells, en un alarde de Fe, coge uno de los abalorios tribales y se lo muestra a los paganos hostiles. Con el poder del Todopoderoso, consigue que entre en combustión espontánea y los negros salen escopetados de la tienda mientras gritan asustados “¡¡Ju-Ju, Ju-Ju, Ju-Juuuu!!” Todos ven salir corriendo a los desdichados mientras se preguntan qué les habrá asustado tanto. Sin guardias, ya pueden acercarse a la tienda e interrogar al dueño a placer.
Éste, a parte de su nombre (Silas N’Kwane) no sabe nada, y mucho menos de actividades sectarias ni de asesinatos siniestros; ni las amenazas, ni los sobornos consiguen que dé información adicional. Los investigadores registran la pequeña tienda pero no encuentran nada sospechoso entre todos los abalorios tribales africanos.

Silas N'Kwane


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